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NEMO

ARANTZA FURUNDARENA

Lunes, 30 de octubre 2017, 23:59

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Me parece a mí que el perro de Macron es un poco 'macarrón'. El presidente de Francia lo rescató de una perrera y el animalillo tiene aire de vagabundo, de desinhibido 'clochard' que se ha colado en el Eliseo por todo el morro y ahora se dedica a pasear su descaro y su desfachatez por los opulentos salones del palacio. Yo hasta le veo ese punto entre altanero y desgarbado del difunto Serge Gainsburg. Y eso que no creo en la reencarnación... Lo que está claro es que al perro le han puesto de nombre 'Nemo' (no en honor a Pixar sino a Julio Verne) y él se lo ha tomado al pie de la letra: ya ejerce de capitán. La meadilla que echó junto a la chimenea de mármol del salón rococó en el que Macron celebraba una reunión con un grupo de ministros ha dado la vuelta al mundo. Y ahora, entre risas, todo el mundo se pregunta si ese animal rescatado perteneció de cachorro a un perroflauta o más bien es un agente aviesamente adiestrado por Sarkozy.

Se sabe que los perros orinan para marcar su territorio. ¿Y acaso no eso lo que hacen todo el tiempo los políticos? Lo estamos viendo estos días. Puigdemont marca su territorio con una 'pixada molt catalana' y Rajoy como respuesta le arroja encima la bacinilla entera de los orines más castizos y cañís... Y es que el político es un perro para el político. Así que no me extraña nada que ese can, en mitad del típico tira y afloja entre ministros, simplemente se haya sentido en su salsa y haya querido dejar bien clara su postura con un reguero de pipí que vendría a decir: «Esto es lo que opino yo sobre el asunto». Esas gotitas de orina son su Chanel 5, su artículo 155, su declaración (o no) de independencia y su «hasta aquí llegaron las riadas, colegas, daos por enteraos»...

Imagino que ahora la oposición empleará ese simpático desliz canino contra su dueño. Dirán que si no puede gobernar a su propio perro cómo va a gobernar un país... El perro además es negro (de un negro existencialista) para mayor escarnio de Marine Le Pen y desconcierto de Brigitte Bardot... A mí me cae bien el perro de Macron. Y supongo que a ustedes también. Será porque nos encanta que a los gerifaltes les mojen de vez en cuando la oreja. O, en su defecto, la alfombra persa.

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