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Posado real. Don Felipe, doña Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía posan para los medios gráficos ante el palacio de Marivent. :: efe
Marivent, en pocas palabras

Marivent, en pocas palabras

Los Reyes posan como dicta la tradición ante la fachada del palacio al no poder hacerlo en los jardines públicos por problemas logísticos.La de ayer fue casi una sesión de cine mudo

ARANTZA FURUNDARENA

Lunes, 7 de agosto 2017, 22:56

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Fue corto (apenas ocho minutos), risueño y parco en palabras. Además, hay que dejar de llamarle posado. En la Casa Real no gusta ese palabro... Prefieren 'sesión fotográfica'. Y es exactamente lo que ocurrió ayer pasadas las siete de la tarde frente a la fachada principal de Marivent. Mucha imagen, poco texto. Los Reyes y sus hijas salieron por una puerta y (como en un vodevil) desaparecieron por otra. En medio, saludaron, caminaron, sonrieron, apretaron manos, posaron y apenas pronunciaron dos frases. «Vaya día de calor, ¿eh?», dijo don Felipe. Y nosotros (la prensa): «Sí». Y luego, ya a punto de hacer mutis por el foro: «Que paséis buen verano». Y, hala, para dentro. Los fotógrafos quedaron encantados. Pero los redactores nos sentimos más plantados que los bonsáis del jardín.

Todo comenzó con la convocatoria: «A las seis y cuarto en Marivent». Los que no somos nuevos en esto albergábamos la esperanza de que hubiera un giro inesperado en el guion del que bien podría titularse: 'El posado de la marmota'. A los periodistas nos encantan las novedades. Vivimos de ellas. Y en esto de Marivent sentíamos que estábamos un poco como el bigote de Dalí: dando eternamente las diez y diez... Además, esta vez existía el runrún de que, aprovechando que los jardines del palacio son desde este año públicos y visitables, los monarcas nos recibirían en el área más popular del recinto.

Ayer, nada más llegar al gigantesco portón que sella la muralla de Marivent, ya se apreciaba la presencia de un 'cuerpo extraño': una alargada placa con un rótulo en mallorquín: «Jardins de Marivent. Exposició permanent. Escultures de Joan Miró». Y luego una serie de indicaciones sobre los horarios, días de apertura, aforo (no más de 300 personas) y la advertencia de lo que está prohibido en el interior, que es casi todo: llevar perros, bicis, monopatines, tocar las plantas, trepar a las esculturas, manosearlas... E incluso arrojar basura a las papeleras. Luego comprobaríamos que la Familia Real sí está a favor del pedaleo, porque ha colocado un pequeño aparcamiento de bicis junto a la puerta principal del palacio.

Al poco de entrar, cumplimentar los pertinentes controles y pasar un ratito de calor comprobando cómo han crecido los limoneros, los caquis y los membrillos, fuimos conducidos a la pequeña explanada donde tuvo lugar la sesión fotográfica del año pasado. Allí, para nuestra sorpresa, vimos pasar delante de nuestros ojos el mismo 'Seat Cupra' azul en el que, esa misma mañana, había llegado el Rey al Club Náutico. En ese vehículo iba don Felipe al volante y con él doña Letizia y sus hijas. ¿De dónde venían? Se ignora. ¿A dónde iban? A su propio posado.

Al timón del 'Aifos'

Prensa de Casa Real nos informó de que la intención inicial era realizar la sesión en la parte pública de los jardines, junto a las esculturas de Miró, pero que habían realizado pruebas el día anterior y, lamentablemente, habían comprobado que con 70 informadores acreditados era inviable. Por lo visto no había tiro para todas las cámaras... Así que se había decidido volver al método clásico: escalinatas de Marivent.

La Reina volvió a elegir un 'look' de rayas marineras y a don Felipe se le veía contento. Quizá porque ayer, en la primera jornada de la 36 Copa del Rey Mapfre, se alzó con la victoria pese a gobernar el velero más antiguo de su categoría. Tanto batalló el 'Aifos 'que se le desprendió parte de la pegatina con el logo de la Copa, para estupor de la organización. Es la primera vez que Felipe VI lidera la regata y los redactores presentes ayer en Marivent hubiéramos querido hablar de ello, pero el posado fue visto y no visto. Y apenas oído... Casi una película muda. A falta de esculturas de Miró, el bigote de Dalí dando eternamente las diez y diez.

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