«Sublimamos el peligro a través de la belleza»

¿Cuál es el secreto para que perdure?

Precisamente es un secreto. No, de verdad, es un misterio. Ni nosotros lo sabemos. Nosotros no somos 'narices', pero sí dimos la idea y el nombre. Es una declaración de principios perfumada, llena de obsesiones y de hechizo.

¿Era difícil dar con una fórmula original en un mundo con un exceso de oferta?

Fue muy difícil encontrar una fragancia que nos encantase. Dijimos que no a miles de propuestas. Cuando olimos 'Flowerbomb' (bomba de flores), los dos supimos que era la correcta. Fue como encontrar un tesoro. Las fragancias florales pueden ser a veces un poco anticuadas y no encontrábamos la modernidad correcta. 'Flowerbomb' no sólo tiene una connotación floral, posee también un elemento agresivo. Queríamos expresar ambas cosas.

¿Por qué?

La fragancia es el rosa y el negro. Hay algo romántico, pero también hay algo que es un poco más duro. Es lo que hace que sea vanguardista. Es el rigor y la desmesura.

¿De ahí que presenten el perfume en un envase tan radical como una granada para al final acabar transformando una bomba en una flor?

La llamamos 'granada diamante'. Es la dualidad. Está, por un lado, el romanticismo, suavidad y belleza; y, por otro, es la explosión. El perfil más agresivo y radical. Sentimos que es como un arma que nos permite convertir todo en algo bonito.

¿Trabajar para L'Oréal es la puerta que les ha abierto el universo de la perfumería?

Desde luego. Fue maravilloso que nos lo pidiesen. Desde que empezamos siempre pensábamos que las fragancias formaban parte de nuestro universo de la moda. 'Flowerbomb' es una forma de sublimar el peligro a través de la belleza.