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D. VALERA
Sábado, 5 de agosto 2017, 00:16
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El aeropuerto barcelonés de El Prat vivió ayer una jornada caótica en la que las colas para superar los controles de seguridad se prolongaron en algunos momentos una hora y media, aunque fueron remitiendo según transcurrió el día. La huelga parcial convocada por los trabajadores de la empresa de vigilancia Eulen en plena temporada alta turística para reclamar mejoras en las condiciones laborales tras denunciar jornadas de 16 horas por 900 euros, comenzó con el primer paro de 60 minutos a las 5:30 horas. Una operación que se repitió tres veces más a lo largo del día y que, en principio, se reproducirá en próximas fechas.
De hecho, a pesar de que el comité de huelga, la dirección de Eulen y representantes de AENA como gestor aeroportuario, habían mantenido dos reuniones ayer, al cierre de esta edición los trabajadores veían «totalmente inviable» cerrar un acuerdo inmediato que permitiera resolver el conflicto y desconvocar los paros. Si no hay un pacto, los empleados repetirán estas protestas parciales los días 6, 11 y 13 de agosto. A partir del 14 la huelga será de carácter indefinido.
A pesar de que en el primer encuentro celebrado por la mañana había cierto optimismo, la situación cambió al volverse a sentar las partes por la tarde en la Consejería de Trabajo de la Generalitat, que también actúa como mediador. Así, el abogado del comité de huelga, Leopoldo García, admitió que «se ha avanzado poco» y alertó de que es difícil llegar a un acuerdo en tan breve espacio de tiempo. En este sentido, los trabajadores explicaron que estaban a la espera de una primera propuesta formal por parte de la empresa, algo que podría llevar varios días porque la compañía quiere comprobar diversas cifras.
Asimismo, este portavoz de los trabajadores rechazó que hubiese una huelga encubierta los días anteriores como apuntó la compañía y achacó las colas registradas en esas fechas al «incremento importante del tráfico» en estas fechas de verano en contraste con la «dimensión escasa de la plantilla».
En este sentido, el abogado resaltó que «la huelga no es un deporte, sino una penitencia dentro de la situación económica familiar de los trabajadores». Señaló también que las protestas buscan conseguir unos «mínimos» que exigen los empleados.
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