Turistas en el Casco Viejo de Bilbao R.C.

Tú a mi casa y yo a la tuya: el auge de viajar sin pagar hotel

En España hay casi 40.000 personas que intercambian gratis sus viviendas con otras de cualquier parte del mundo y se sitúa como el segundo país con más usuarios, por delante de EE UU

Domingo, 7 de diciembre 2025, 00:06

El hijo mayor de Marta Lamas Quintela embarcará el próximo 10 de enero en el buque escuela 'Juan Sebastián Elcano' repitiendo la travesía que un ... año antes completó la Princesa Leonor. La familia le acompañará en algunas de las escalas de su travesía y pernoctará en viviendas de Cádiz y Puerto Rico a cambio de prestar a otros viajeros desconocidos su residencia en Ferrol (La Coruña). Veterana de la plataforma a lo largo de quince años y más de 200 intercambios, sus tres hijos han crecido visitando destinos tan diversos como Estados Unidos, Grecia, Colombia, Malasia, Singapur o México en hogares ajenos. «Para nosotros el intercambio de casa no es un ahorro, es una forma de viajar», asegura Lamas.

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Pero lo cierto es que viajar en familia se ha vuelto más caro que nunca. El precio medio de una habitación de hotel en España alcanzó en agosto los 156 euros, un 43% más que antes de la pandemia, según datos del INE. Para familias con varios hijos, los costes se multiplican y los desplazamientos largos resultan complicados. Prueba de ello es que el 40% de los usuarios son familias con niños pequeños (12%) o adolescentes (28%), mientras que las parejas y los viajeros solo representan un 13% respectivamente y los jubilados, el 8%.

El intercambio de casas sin contraprestación económica -'home swap', en inglés- se ha convertido en una manera de descubrir destinos y vivirlos como locales y la plataforma HomeExchange se ha consolidado como una alternativa al alza: la empresa, fundada en 1992 en EE UU y presente en España desde 1996, permite a sus socios intercambiar viviendas sin transacciones económicas entre particulares, pagando únicamente una cuota anual de 175 euros con la que pueden permutar sus casas tantas veces como quieran. Esta cantidad incluye una especie de fianza para cubrir posibles desperfectos y ayudas en caso de cancelación de última hora, como recolocar al viajero o proporcionar una compensación económica.

Los usuarios de la plataforma abonan una cuota anual con independencia de los viajes que hagan

«Teniendo en cuenta que esto es lo que costaría una o dos noches en un hotel medio, sale muy rentable. Y además es una forma de viajar más humana y sostenible», explica a este periódico Pilar Manrique, portavoz de la compañía en España. En este sentido, asegura que los altos precios de los alojamientos turísticos han llevado a que esta forma de viajar, hasta ahora poco utilizada, se convierta en una opción que despega en España.

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Las cifras revelan que España se ha convertido en el segundo país del mundo con más usuarios y casas dentro de la plataforma, solo por detrás de Francia y por delante de EE UU. «El atractivo turístico de España es enorme», afirma la portavoz. En total, la plataforma cuenta con 250.000 usuarios, de los que 40.000 están en España, donde la compañía tiene una facturación anual que ronda los 7 millones de euros.

Reservas para el puente

La tendencia es creciente y se refuerza en fechas navideñas -la mítica película 'The Holiday' dio un gran empujón a nivel de marketing a la plataforma-. Para este puente de diciembre, HomeExchange ha registrado más de 21.894 pernoctaciones confirmadas, un 15,4% más que en 2024. Cataluña, Andalucía y Madrid son los territorios más solicitados, con Madrid, Barcelona y Valencia encabezando las reservas urbanas. Estas comunidades también lideran el ranking de reservas de 2025 hasta la fecha. Cataluña supera el medio millón de pernoctaciones -de las cuales Barcelona representa menos de la mitad, el 42%-, seguida de Andalucía, con más de 30.000 reservas-, de las que Sevilla solo supone un 12%. Uno de cada tres usuarios que ha elegido la Comunidad Valenciana (187.800 pernoctaciones este año) lo ha hecho en la capital, mientras que la ciudad de Madrid supone el 80% de las 110.000 reservas. En el caso del País Vasco, que es la quinta región de España más popular, la ciudad preferida es San Sebastián, con casi el 30% de reservas de un total de 159.000.

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La forma de compartir casa ha evolucionado en estos últimos años. En los inicios, HomeExchange enviaba catálogos en papel y los usuarios escribían cartas a mano solicitando intercambios «hasta que el otro te contestaba», señala Lamas. Por otro lado, al intercambio recíproco se le unió después el sistema de puntos -que inicialmente se llamaron 'globos' y en los que una estancia valía lo mismo durara tres días o un mes- que se obtienen por ofrecer la vivienda y pueden canjearse después por otras sin necesidad de coincidir en el tiempo.

Para Lamas y los suyos, la clave es el intercambio entre personas con sus mismos intereses. «Tenemos un gato y la gente que viene también suele tener gatos, por lo que la estancia incluye el cuidado de la mascota», señala. Ellos ofrecen también intercambio de coche con la otra parte. «Un plus al margen de la plataforma», puntualiza.

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Un trueque fuera del ojo de Hacienda

El intercambio de una vivienda de uso vacacional, una suerte de trueque entre particulares similar a invitar a familiares o amigos a casa, no funciona legalmente como un apartamento turístico porque no existe transacción económica entre sus miembros. Y, al no generar ingresos directos, complica su posible encaje en el IRPF y otros tributos. En países como Francia, Reino Unido o Estados Unidos, el intercambio se considera privado y sin fines lucrativos.

España también se mantiene en ese limbo donde prima la confianza entre particulares. Sin embargo, ciudades como Ámsterdam (Países Bajos) introdujo en marzo una normativa que establece que los intercambios realizados mediante puntos pueden considerarse equivalentes a un alquiler vacacional. Esta regulación implica registrar la vivienda en el municipio, obtener un permiso de alquiler, limitar el alojamiento a 30 días por año, un máximo de cuatro personas por vivienda y solo permitir la vivienda habitual del anfitrión.

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