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Varios turistas chinos caminan por el centro de Valencia. :: r. solsona
Aterrizaje suave para el turismo en España tras recuperarse la competencia

Aterrizaje suave para el turismo en España tras recuperarse la competencia

Las llegadas y el gasto de viajeros foráneos no dejan de crecer, aunque menos de la mitad que durante los dos últimos años

J. A. BRAVO

MADRID.

Domingo, 15 de julio 2018, 00:11

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Tras dos ejercicios históricamente positivos, donde España se ha aprovechado de los problemas políticos y de seguridad que sufrían otros destinos competidores en el norte de África para ganar nuevos adeptos extranjeros a la conocida fórmula nacional del sol y playa, este 2018 tocaba comprobar hasta qué punto la resaca de ese éxito podía pasar factura al sector. Y por ahora el aterrizaje está resultando bastante suave, tanto que recién pasado el ecuador del año casi se puede asegurar que habrá nuevo récord.

Pendientes aún de conocer las cifras oficiales de junio -el primer mes de la campaña estival, que representa el grueso del negocio turístico en España-, de enero a mayo el país recibió 28,6 millones de viajeros internacionales, prácticamente un 2% más en tasa interanual. Todo lo que sea sumar es positivo, aunque en el mismo período de 2017 el crecimiento fue seis veces mayor, casi un 12%. Algo parecido ocurre con su gasto, cuyo incremento en esos cinco primeros meses fue del 4,1% para sumar 29.550 millones de euros.

Para los más ambiciosos, esas cifras y la perspectiva -apuntada desde el sector- de un verano con «crecimientos moderados» serían una noticia solo regular. Para sus profesionales no parece serlo y ven el vaso todavía prácticamente lleno. La clave, apuntan, es lograr que siga en niveles parecidos el mayor tiempo posible y que no por crecer a toda costa se termine desbordando.

Solo Francia recibe más turistas al año y es también el segundo país donde los viajeros se gastán más

«Es difícil seguir creciendo cuando ya partimos de niveles récord, y además, viene ocurriendo varios años», advierte Carlos Garrido, presidente de la Unión de Agencias de Viajes (UNAV). Por eso -apunta-, «evidentemente lo más importante es mantener el suelo actual de reservas», esto es, aunque no se mejore mucho más la cota actual de demanda turística tampoco perderla.

Desde la Organización Mundial de Turismo (OMT) no atisban descensos apreciables para España en un período de dos o tres años. Y eso contando con la recuperación de destinos también mediterráneos como Egipto, Túnez y, sobre todo, Turquía, que han ganado más de tres millones de viajeros hasta abril, sobre todo británicos, alemanes, franceses e italianos. Competir aquí en precios resulta muy complicado, coinciden desde varias plataformas de reservas por internet, dado que por el coste de la estancia en un hotel de tres estrellas en España en esos países se puede aspirar a uno de cinco.

Desde el 'lobby' Exceltur, que representa a las grandes empresas turísticas, lo denominaron «demanda prestada». Por eso, al hacer balance estos años, advertían de que parte de ella se perdería «casi de forma natural». Su vicepresidente ejecutivo, José Luis Zoreda, es una de las voces más insistentes al reivindicar una mayor desestacionalización del sector en España, aprovechar mejor su oferta cultural, gastronómica y de negocios (congresos) como «complemento, y no sustitución» al sol y playa, e invertir más -con la ayuda de las administraciones- en modernizar las infraestructuras.

«Casos extraordinarios»

Al fin y al cabo, desde la propia patronal turística mundial apuntan que España es un destino «maduro» -la misma tesis que defienden en Exceltur para que el sector privado y el público aúnen esfuerzos en sus inversiones-, de manera que «el comportamiento normal» sería un crecimiento anual de entre un 2% y un 4%, nada más. Aproximarse a los dos dígitos de 2016 y 2017 son «casos extraordinarios», ha avisado ya el director de estadísticas y tendencias de la OMT, John Kester.

Por tanto, los carteles de «completo» en muchos destinos españoles empezarán a descolgarse, aunque que nadie espere descensos pronunciados. «Es solo una vuelta a ritmos de aumento más naturales», defiende Zoreda. La estadística oficial le avala y las previsiones también, tanto propias -el lobby estima que el PIB turístico crecerá este año un 3,4% frente al 6% del anterior- como gubernamentales -en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo consideran que este verano se mantendrá el ritmo de subidas del primer semestre, inferior en cualquier caso al incremento del 8,2% registrado en las llegadas del tercer trimestre de 2017-.

Ahora bien, terminar septiembre con más de 30 millones de turistas recibidos y 34.000 millones de euros en divisas gastadas en España está al alcance de muy pocos países. Tanto que probablemente se mantenga como el segundo destino mundial tanto en llegadas (solo por detrás de Francia) como en ingresos (el primero es EE UU). Y eso sin contar que el propio mercado nacional, como emisor de turistas españoles -en 2017 solo de una docena de países salieron más viajeros hacia otros lugares y gastaron más dinero, según la OMT-, está creciendo aún más que como receptor. Según las agencias de viajes (UNAV), un 3,4% en el segundo caso frente a entre un 7% y un 10% en el primero.

El sector, sin embargo, aún no ha superado el problema de saturación en algunos destinos nacionales y el riesgo consiguiente de turismofobia local. Baleares y Cataluña fueron las primeras en aplicar tasas turísticas como mecanismo de control; ahora los ayuntamientos de Madrid y Barcelona han pedido al Gobierno central competencias -corresponden a las autonomías- para seguir sus pasos. Y eso mientras la regulación de los pisos turísticos todavía está pendiente de armonizar.

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