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Gulbis celebra uno de sus puntos ante Zverev. :: efe
Gulbis renace tras tocar fondo

Gulbis renace tras tocar fondo

El letón deja atrás su época de joven mimado y millonario para mostrar la calidad que tiene

MANUEL SÁNCHEZ

Sábado, 14 de julio 2018, 23:38

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londres. Al letón Ernests Gulbis siempre se le ha conocido más por sus actuaciones fuera de la pista que por lo conseguido en ella. Sí, llegó a semifinales de Roland Garros en 2014, dejando por el camino a Roger Federer, pero nunca cumplió las expectativas depositadas en él.

Sus desventuras en Estocolmo en 2009 le hicieron saltar a la palestra antes que por sus méritos tenísticos. En el torneo sueco el letón fue arrestado por contratar prostitutas en su hotel, por su cumpleaños, aunque consiguió librarse a tiempo, pagó la multa y jugó el torneo para perder en primera ronda. Ese es Ernests.

Hijo de un millonario empresario letón, sus excesos le han hecho aparentar ser un niño mimado, con hechos como asistir a los torneos en avión privado o gastarse todo el premio de la semifinales de Roland Garros (más de 400.000 euros) en el casino de Montecarlo. Sin embargo, su victoria ante Alexander Zverev (7-6 (2), 4-6, 5-7, 6-3 y 6-0) en Wimbledon no es fruto de la casualidad ni de la suerte de un tenista que tuvo que caer a lo más bajo para darse cuenta de que en el fondo es un privilegiado que tiene el honor de pasearse por las mejores pistas del mundo.

El tenista, arrestado en 2009 por contratar prostitutas, eliminó ayer en Wimbledom a Zverev

Gulbis llegó a ser el 589 del mundo en junio de 2017 al perder todos los puntos que defendía del año anterior en Roland Garros, torneo que le hizo grande y donde batió a Federer, hasta la fecha, su mayor triunfo. El letón cayó en una vorágine de malos resultados y lesiones, que acabaron moldeando su estilo de juego, o, mejor dicho, cambiándolo. Varió el movimiento de derecha, al que posee ahora, característico y fácilmente reconocible por su preparación paralela al suelo y sufrió para adaptarse a ello.

Un hombre que fue 'top 10', que no necesitaba el dinero ni la fama, tenía que recurrir a las previas de los torneos y bajar hasta los challengers para volver a labrarse un nombre. Gulbis lo hizo, y no de la noche a la mañana. Merodeó por el 200 del mundo hasta principios de este año y necesitó de un cambio en su vida.

En 2017 se casó y este año, en marzo, nació su primera hija. El establecerse personalmente, a sus 29 años, le ha repercutido en mayor capacidad de trabajo y sacrifico y en una estabilidad personal que se refleja en la cancha. Juega con la seguridad de quien no necesita el dinero, pero con la certeza de que si no baja al barro -su torneo previo a Wimbledon fue un challenger en Caltanissetta (Italia)-, no obtendrá resultados. Ocurra lo que ocurra, Gulbis, que llegó a Wimbledon a través de la fase previa, ya ha demostrado que no es el chico mimado que era o que aparentaba. Ya tocó fondo y ahora pelea por recuperar todo aquello que perdió.

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