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Los hermanos Merino en el 2016 y en el debut de David. M.H./J.H.
La hora severa
FIEBRE EN LAS GAUNAS

La hora severa

VÍCTOR SOTO

Lunes, 13 de agosto 2018, 00:21

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En un momento de su vida, Arthur Rimbaud decidió abandonar la poesía y hacerse marino y viajante. Una resolución inflexible. Jamás volvería a coger una pluma más allá de para firmar documentos, escribir cartas o anotar los pedidos de armas que le hacían las tribus etíopes.

Rimbaud renunció a la poesía a los 19 años. El último poema de su libro 'Una temporada en el infierno' se titula, premonitoriamente, 'Adiós' y se ve como una liberación, como un adiós a los malos tiempos. «Sí, la nueva hora es al menos muy severa. Ya puedo decir que he alcanzado la victoria: el rechinar de dientes, los silbidos de fuego, los suspiros llenos de pestes se calman. Todos los recuerdos inmundos se borran», escribió el francés.

Despedida a los 19 años. Punto y final con todo por delante. Una contradicción, un sinsentido, algo inexplicable. Como la no renovación de David Merino que, a los 28 años, se cae de la pelota profesional por decisión de Aspe.

La decisión de Aspe de dar a la baja a los hermanos Merino resulta injusta

Demasiado pronto, demasiado injusto. Tal vez el de Villar de Torre no haya cumplido con las expectativas que generó en su debut, cuando su zurda era la comidilla de todos los frontones, cuando su irreverencia y frescura hacían gracia a empresas y aficionados. Después de deslumbrar con Irujo y Titín (qué bella e inolvidable historia para la pelota riojana la de aquel 2012), el zaguero ha ido pasando por altibajos. Grandes momentos con otros de escaso juego, problemas físicos, mala fortuna... Casi como cualquier deportista profesional. Pero para entonces sus quejas eran desplantes; sus palabras, amenazas.

Su precipitado adiós se produce al mismo tiempo que el de su hermano, Miguel Merino, uno de los pelotaris más honrados que haya pisado los frontones y un ejemplo para cualquier chaval de lo que significa pelear siempre al máximo para conseguir logros contra viento y marea.

Ambos se caen de las carteleras estelares, de las horas de televisión y páginas de prensa de un plumazo. Pero seguro que no dejarán de seguir disfrutando en las canchas con cualquier empresa que quiera seguir contando con dos zagueros con mucho camino por recorrer y grandes cosas por hacer, incluyendo la formación de jóvenes valores.

Todos podrán ver en ellos el ejemplo de cómo alcanzar un sueño y apurarlo hasta el final. El día 10 en Ezcaray, ambos se despedirán de la afición riojana en el frontón que les vio crecer y hacerse mayores. Seguro que no va a ser la última vez que lo pisen.

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