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Max Verstappen, entre Kimi Räikkönen (i) y Sebastian Vettel, bebe en el podio para celebrar su victoria en el GP de Austria en Spielberg. :: EFE
Verstappen, el último superviviente

Verstappen, el último superviviente

Alonso remontó desde el 'pit lane' al octavo puesto, mientras que Sainz debió correr con ampollas en las ruedas traseras y fue duodécimo Red Bull gana en su circuito gracias a un piloto que esquivó los problemas que sí tuvieron los Mercedes

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO

MADRID.

Domingo, 1 de julio 2018, 23:50

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El circuito alpino de Spielberg se convirtió ayer en una fiesta, por fin. Los dueños de Red Bull festejaron a lo grande la primera victoria de uno de sus pilotos. En este caso fue Max Verstappen, que sacó oro de los múltiples problemas que tuvieron sus rivales, sin restarle un ápice de mérito: realizó una actuación perfecta.

Ya desde el principio de la carrera se veía que no iba a ser una carrera sencilla. Cuando Valtteri Bottas perdió la primera plaza justo antes de verse obligado a abandonar por una rotura de motor. Mercedes perdía al 'poleman' de la carrera en apenas unos minutos, justo después de que el motor de Nico Hülkenberg reventara también. Para Bottas fue una oportunidad ya perdida desde la salida, cuando le pasó su compañero Lewis Hamilton en la primera curva. A Bottas le empezó a fallar la bomba de combustible nada más salir a pista. Algo no iba bien... y lo que mal empieza, mal acaba.

Y es que a Lewis Hamilton le tocó pelear contra todo y contra todos, incluido su propio equipo. Parecía que iba a tener una carrera sencilla, una vez eliminado Bottas, pero nada más lejos. Los más de 45ºC en pista obligaron a todos los ingenieros a hacer virguerías para intentar mantener a sus pilotos y sus respectivos coches en pista sin que por ello perdieran rendimiento. Muchos lo lograron, aunque no fueron los de Mercedes. Hamilton empezó a perder tiempo a un ritmo infernal, y a voces pedía que le dejaran entrar. Cuando lo hicieron, ya le habían comido terreno los Red Bull y los Ferrari. Salió detrás de ellos, jurando en todos los idiomas... ante lo que su ingeniero de pista sólo pudo decir: «Lo sé, amigo, ha sido culpa mía. Intenta darlo todo».

Pero no era el día de Mercedes. Cuando Hamilton estaba peleando por pugnar por una posición que le acercara al podio, su motor también dijo adiós. Dos roturas, dos abandonos y Mercedes se fue de un circuito sin puntuar por primera vez en más de dos años. Algo impensable, de esas apuestas que no entran en mercado porque nadie juega a ello. Casi como lo de Alemania en el Mundial de fútbol. Así, la victoria se quedó expedita para un Max Verstappen que en cuanto se vio primero empezó a contemporizar. La gestión de neumáticos que demostró el holandés ante miles de aficionados de su país, que viajaron a la vecina Austria para apoyarle, fue ejemplar. Aunque tanto él como sus acompañantes, tanto Kimi Räikkönen como Sebastian Vettel, llegaron con las ruedas al límite.

Uno de los corredores que más sufrió con los neumáticos fue Carlos Sainz. El madrileño estuvo durante buena parte de la carrera en la zona de puntos, pugnando por alcanzar un 'top 10' que sabía a mucho más de lo que al final fue. El madrileño, sin embargo, tuvo que pilotar con unas ampollas en las ruedas traseras imposibles de aguantar.

Cuando entró a boxes a cambiarlas, para más inri, hubo un problema con la delantera derecha, que se quedó atascada, y perdió todas sus opciones de alcanzar la zona de puntos. Los múltiples abandonos -incluido el de su compañero Nico Hülkenberg o el del piloto al que puede sustituir en 2019, Daniel Ricciardo- le hicieron escalar hasta la 12ª plaza final.

Alonso, remontada de oro

Aunque Verstappen fue el hombre del día, hubo otro que se ganó los elogios, más que merecidos, del personal: Fernando Alonso. El piloto asturiano salió desde el fondo de la parrilla con un MGU-K nuevo y un alerón nuevo, pero viejo. Era una especificación de 2017.

Las primeras vueltas fueron un infierno. «¡Estoy atascado aquí! ¡O entro o no va a cambiar nada!», estalló por radio. Motivos tenía para estar enfadado. Sin posibilidad de adelantar, todo pasaba por un cambio de estrategia o problemas arriba. Y llegó lo segundo. Alonso vio cómo por delante se le iban quitando rivales, especialmente en la parte alta, así que empezó a hacer lo que mejor sabe: gestionar. El asturiano es un maestro en la contemporización y el manejo de los neumáticos en situaciones críticas, lo que le permitió llegar al final de carrera con las ruedas en condiciones de pasar primero al talentoso Leclerc y después a Gasly. Con los dos fuera de su horizonte, entró en una octava posición que sabe a oro.

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