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Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos.
Pigmeos contra cucapás, la farsa de las 'Olimpiadas especiales'
historias olímpicas

Pigmeos contra cucapás, la farsa de las 'Olimpiadas especiales'

Para vergüenza del movimiento olímpico, durante los Juegos de 1904 en San Luis se desarrollaron competiciones entre «salvajes» para demostrar la supremacía del hombre civilizado

Javier Bragado

Sábado, 20 de agosto 2016, 17:07

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Se alinearon cucapás de México, ainus de Japón, pigmeos de África, moros de Filipinas, indios nativos americanos y tribus patagónicas. Las pruebas incluyeron salto de altura y de longitud, trepar a los árboles, tiro con arco, lanzamiento de peso y jabalina, lucha y hasta un partido de lacrosse. Se incorporaron dentro del programa de San Luis en 1904 y se bautizaron como 'Olimpiadas Especiales'. Todo completó un circo que trataba de demostrar la superioridad del hombre civilizado sobre los «salvajes» en una época en que los zoológicos humanos se extendían por Occidente y el concepto resultó tan vergonzoso que el Comité Olímpico Internacional (COI) reconoce en su historia oficial que es «el acto más condenable» de aquel evento que horrorizaría a Pierre de Coubertin, el impulsor del movimiento deportivo.

La idea de organizar un evento de tribus se le ocurrió a James Edward Sullivan, el mismo que consiguió arrebatar a Chicago la organización de los Juegos en favor de la ciudad más grande de Misuri, donde se celebrarían en paralelo a la Exposición Universal de San Luis gracias a la ayuda del presidente estadounidense Theodore Roosevelt. El emprendedor quiso llevar a cabo una demostración de la corriente contemporánea que aseguraba la «superioridad física» del hombre civilizado sobre los «primitivos» o «salvajes». Aprovechó algunas exhibiciones y la existencia de zoológicos humanos para reclutar los competidores de lo que designó como 'Días de antropología' porque su colega William McGee sostenía que serviría para recopilar datos que confirmarían la jerarquía racial.

Las pruebas tuvieron lugar el 12 y el 13 de agosto, apartadas de las habituales de los Juegos Olímpicos. Pagados, engañados u obligados, diferentes hombres -no hubo ninguna mujer- representaron a las tribus elegidas. Sin embargo, los eventos se alejaban de cualquier posibilidad de experimento científico o incluso de rivalidad deportiva. Debido al problema de los diferentes idiomas o de que algunos ni siquiera sabían que se trataba de una competición se sucedieron los malentendidos. Por ejemplo, en las carreras a pie muchos se sorprendieron al llegar a la cinta final y se pararon, pasaron por debajo o simplemente no rompieron la tira que servía de meta para el vencedor. En lanzamiento de peso se usó un bloque de 25 kilogramos. Sólo tres «salvajes» lo intentaron y una vez y renunciaron a una actividad que vieron como ridícula, según los historiadores. La jabalina resultó un fracaso y el waterpolo se descartó desde el primer momento. En contra de los presupuestos de Sullivan, el evento apenas atrajo a gente.

Grotesca exhibición

La celebración de las 'olimpiadas especiales' indignó al COI. «Esta grotesca exhibición de aborígenes fue una desgracia para la historia social americana, justificada por Sullivan como una demostración científica de los presuntos salvajes», escribe en su historia oficial. Coubertin, ausente en San Luis, «se horrorizó». «Esta farsa indignante perderá cualquier atractivo cuando los hombres negros, rojos y amarillos aprendan a correr, saltar y lanzar y dejen a los blancos por detrás», señaló el barón francés que no quería que las mujeres compitieran en los Juegos.

A pesar de la tensa relación con el COI, Sullivan fue secretario del Comité Olímpico de los Estados Unidos en los siguientes Juegos, de los que regresó pregonando la supremacía de Estados Unidos y criticando a los británicos, cuyo atletismo «comenzaba a degenerar», En Estocolmo 1912 impidió desde su puesto que acudieran mujeres a las pruebas de natación, aunque tuvo que sorprenderse de como Jim Thorpe, hijo de un irlandés y una india nativa americana, dominaba el decatlón y el pentatlón. Aquel mestizo norteamericano nacido presuntamente en 'territorio indio' no necesitó unas 'Olimpiadas especiales' para convertirse en una estrella olímpica. Sullivan murió en 1914, después de una operación en los intestinos.

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