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Gemma Mengual y Ona Carbonell.
Un infierno bajo el agua
natación sincronizada

Un infierno bajo el agua

Las nadadoras se enfrentan a prolongadas apneas que provocan cambios bruscos en sus pulsaciones y sensaciones de mareo y ahogo

laura marta

Martes, 16 de agosto 2016, 02:23

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Bailan, se sumergen durante varios segundos, crean figuras en el aire y salen sonriendo. Es lo que se ve, lo que quieren que se vea. Pero por debajo del agua, las nadadoras de sincronizada no sonríen. Lo que más hacen es ejecutar los movimientos y sufrir, mucho. Ser capaz de bailar, mover las piernas al unísono en diferentes direcciones, con diferentes altura y a diferentes velocidades mientras notas que tus pulmones se van quedando sin aire es un trabajo angustioso que requiere mucho entrenamiento y mucha concentración.

En Río 2016, Ona Carbonell y Gemma Mengual presentan dos ejercicios: el libre y el técnico. En el primero, pasan bajo el agua unos dos minutos. En el técnico, que dura dos y medio, se sumergen minuto y medio. Para llegar a controlarlo, el entrenamiento es progresivo. «Lo vamos entrenando desde pequeñas, para irnos acostumbrando. Aunque creo que nunca te acostumbras del todo», cuenta para este medio Alba Cabello, plata y bronce en Londres 2012. El proceso es largo y muy controlado, pero nunca fácil. «Nos entrenamos con series de diferentes metros y a diferentes tiempos. Y un trabajo físico específico para que aumente la capacidad pulmonar», indica la nadadora. «También utilizamos un aparato de fisioterapia respiratoria que resiste las inspiraciones y ayuda a mejorar esa capacidad», explica Ana Montero, directora técnica de la Federación.

Cuando la coreografía está perfilada, todos los ejercicios giran en torneo a ella. También de forma gradual y con tres métodos distintos: «El de tipo interválico, en el que divides la coreografía. Si dura tres minutos, en tres partes de un minuto o en seis partes de treinta segundos, y se trabajan con más o menos descansos. La rutina completa que repetimos muchas veces, don distintos descansos. Y el ejercicio supraentero, que consiste en aguantar más de lo que te va a exigir la competición. Cinco o seis minutos».

No todo es controlar la respiración. Al contrario, además de la sensación de agobio que la falta de aire provoca, las nadadoras deben ser capaces de ejecutar movimientos con la fuerza suficiente para que una pierna no caiga, o para que suba lo suficiente para ganar más décimas en la nota o para que la sintonía con la pareja sea perfecta. «Si queremos que el movimiento sea más fuerte o que la altura mejore o sea sostenida, las nadadoras trabajan con más pesos. Si buscamos mejorar la potencia, provocamos que los movimientos sean más rápidos, para que el cuerpo identifique la velocidad y la recuerde en la competición», continúa Montero. «La apnea es siempre lo más difícil, siempre. Hay veces que tienes que parar y tomar una bocanada de aire grande», añade Cabello.

Cambios de ritmo cardíaco

Esa falta de aire no es lo único a lo que temen Mengual y Carbonell. «Lo más difícil de controlar son los cambios bruscos de la frecuencia cardíaca. Si no respiras durante una figura de veinte segundos la frecuencia cardíaca baja muchísimo, más que si estuvieras en reposo. Y cuando sales a respirar, la frecuencia se dispara. No ocurre muy a menudo, pero en esos periodos largos de apnea se pueden producir mareos. Y las manos y los pies se te duermen, no los notas» , dice Montero. «Lo durillo de la sincro es que los ejercicios llegan a crear mucho ácido láctico -ante la falta de oxígeno, la glucosa se acumula en los músculos en lugar de eliminarse-. Los músculos parece que se paralicen. Tú envías mensajes a tus músculos de quiero hacer esto, esto y esto, pero no responden».

Para estos desafíos físicos, la mente es fundamental. Se trabaja con el cuerpo, pero se dirige desde la cabeza, que debe controlar y regular el cansancio y las energías. «La mente sirve para tener cierta paciencia en las apneas y no adelantar estos momentos en los que tienes sensación de ahogo. Que el cerebro sea consciente de lo que pasa aunque empiece a notar que le falta el aire», subraya la directora. «Cuanto más piensas que te ahogas, más te ahogas», sentencia Cabello. Bailar, bucear, crear y salir con la sonrisa puesta para que nadie note el infierno subacuático de la sincronizada

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