Un pabellón abarrotado de nervios

El pasado sábado fue un día especial para muchos niños y niñas riojanos aficionados al baloncesto. Era el día que comenzaba la temporada de minibasket y ese detalle le confería a la jornada un aire especial. Tanto es así que algunos de ellos ni siquiera pudieron dormir la noche anterior.

Muchos de ellos eran debutantes, otros ya han jugado en temporadas precedentes pero su juventud les hacía vivir el reestreno con nervios y mucha ilusión.

El Pabellón San Millán de la capital logroñesa -el principal epicentro del minibasket regional porque cada jornada por allí pasan 32 equipos- fue especialmente sensible a ese reestreno. En algunos casos se les notaba nerviosos incluso a los familiares que, como ocurre cada año, se dieron cita en las gradas del pabellón que hace ya un par de décadas inaugurara Juan Antonio Samaranch.

Los más pequeños de todos, los prebenjamines, evidenciaron que acaban de estrenarse en la práctica del baloncesto y por ello, es casi más el balón el que les conduce a ellos, en lugar de ser ellos los que conducen el balón.

Por contra, los alevines demostraron que año a año van mejorando su técnica; que progresan también tácticamente y cada vez manejan con mayor soltura las diferentes situaciones que se producen a lo largo de los partidos. La experiencia, entre los más pequeños, es una gran baza.

En cualquier caso, tanto los escolares que jugaron en el pabellón San Millán como los que lo hicieron en el resto de instalaciones de la comunidad autónoma (donde la situación vivida fue similar) tendrán ahora toda la temporada por delante para mejorar si ponen en práctica lo que sus monitores les enseñarán en los entrenamientos durante la semana.

Además, prebenjamines, benjamines y alevines cuentan con la ventaja de que los resultados no serán un elemento de presión para ellos, porque la Federación Riojana mantiene, en estas categorías, la competición en un segundo plano en beneficio del aprendizaje.