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M.G. FERNANDO DÍAZ
Lunes, 15 de octubre 2018, 10:21
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Como el partido o como el tiempo. De locos. La grada de la UD Logroñés pasó por diferentes estados de ánimo, provocados por el juego del anfitrión, que se movió entre las luces y las sombras, pero que logró su objetivo, el de ganar el partido y sumar los tres puntos. Cuando el momento es crítico hay que establecer unas prioridades.
No hay mucha paciencia en el mundo del fútbol y la UDL no escapa a esa tendencia. Ya lo vivió Sergio Rodríguez tras perder contra el Sporting B en la cuarta jornada de Liga. Pitos e incluso gritos pidiendo la dimisión del preparador. Ayer también se escucharon pitos. Sobre todo cuando el Tudelano creció tras el descanso y la UD Logroñés se atrincheró por momentos. No hay paciencia. Los partidos no se ganan o se pierden hasta que concluyen. Y eso que el respetable se mostró animado desde el inicio, quizá porque éste coincidió con dos saques de esquina prácticamente consecutivos, pero se fue apagando con el paso de los minutos. Igual que el fútbol que se estaba viendo sobre el césped.
El gol de Bobadilla marcó un momento de locura, pero nada más lograrlo se acabó la primera mitad y parece que el aficionado se enfrió. De hecho, se olvidó de él tras el descanso. Aun así, es una grada que vibra con cualquier acción diferente. Sufre con sus jugadores y atraviesa, incluso, por los mismos estados anímicos. Eso sí, celebraron la victoria, aunque el fútbol no les gustó. Fútbol más práctico, menos estético, más propio de la categoría.
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