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M.G. FERNANDO DÍAZ
Lunes, 12 de marzo 2018, 00:04
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El electrónico de Las Gaunas genera incluso ansiedad, sobre todo si el marcador es ajustado y el visitante asedia la portería local. Ayer se repitió esa imagen, en la que los casi 4.000 espectadores que acudieron al Municipal acabaron entre gritos de ánimo para obviar el reloj y para esconder el miedo que albergaban los cuerpos allí presentes ante un empate final.
La escena no era nueva. El Arenas acabó empatando en el segundo tiempo un partido que llegó al descanso con un claro 2-0 local. Pero ayer el rival era un adversario directo en la pelea por el play off y el momento era otro bien diferente, pues ahora quedan únicamente diez partidos. Empatar hubiera supuesto un mazazo y abrir de par en par el cajón de las dudas.
Dado que el fútbol es un estado de ánimo, la grada pasó por diferentes fases anímicas. Susto en los primeros minutos, euforia con los dos goles, enfado con algunas decisiones arbitrales que recordaban el partido contra el Lealtad. Incluso, calma en el descanso, donde en el ambigú se pensaban más en aumenta la diferencia que en el apuro final. El tiempo no corrió en esos cuatro minutos de añadido. Eternos. Pero acabaron bien, a pesar del susto que generó el remate de cabeza de Meseguer en el último suspiro.
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