Calahorra, Haro y SDL dan inicio el domingo a una categoría con novedades

En cualquier temporada normal, octubre sería en el plano futbolístico un mes bien distinto al que nos ha tocado vivir este año. Pero no es el 2020 como los anteriores y la Segunda B, todavía en pretemporada en pleno otoño, así lo muestra. Bien es cierto que Calahorra, Haro y SD Logroñés, los tres equipos riojanos en la división de bronce, apuran ya su preparación para una campaña atípica y que tenía marcado el lejano 18 de octubre para el inicio de la competición. Y la incierta espera, entre líos de calendarios, protocolos, amistosos, subgrupos y rocambolescos formatos de ascensos y descensos, toca a su fin.

Calahorra, Haro y SD Logroñés se enfrentan a la Segunda B con las incógnitas de los últimos tiempos. En primer lugar, por la composición de su subgrupo, encuadrados con navarros –Osasuna B, Mutilvera, Izarra y Tudelano– y aragoneses –Ejea, Ebro y Tarazona–. Una fase que se presenta sin ningún favorito claro y con mucho margen para dar la campanada de meterse entre los tres primeros, que optarían al ascenso a Segunda División o al menos, a la futura Primera RFEF, conocida en su gestación como Segunda B Pro. Los tres siguientes, lucharán también después por una plaza en esta nueva categoría, mientras que los cuatro últimos lo harán por no bajar.

Sin duda, se dibuja este curso como una gran oportunidad de alcanzar cotas en otro año difíciles de imaginar. Un renovadísimo Calahorra, con Diego Martínez al mando desde el inicio tras su experiencia 'interruptus' precoronavirus, es el que más ha pujado por estar entre los primeros, con una plantilla de lustre. El Haro tratará de confirmar su destacado papel de la temporada pasada volviendo a apostar por la fuerza del conjunto, incorporaciones de garantías y el carácter de Aitor Calle en el banquillo.

El nuevo es una SD Logroñés que regresa a la categoría y no quiere pasar desapercibida, configurando los de Aguilá un bloque con fichajes de experiencia como Rodellar y Caneda y dejando las bases con la mitad de la plantilla que logró el ascenso. Es un año para hacer bien las cosas y los tres riojanos lo saben, y es que si la recompensa máxima está al alcance, también el castigo de descender a Tercera, una categoría que será aún más lejana con la reestructuración de la Segunda B.

Las incógnitas aumentan por la situación generada por el COVID-19 y los posibles casos que puedan darse en los equipos competidores, que obligarán a suspender entrenamientos, aplazar partidos y retorcer el calendario. El caso de la SDL es un ejemplo de lo que puede convertirse en la tónica de la temporada.

El curso seguirá en cierta medida el guion de una pretemporada de vaivenes. Hace sólo dos meses, los equipos todavía no sabían cuándo iban a poder entrenar, cuál sería el formato de competición ni la fecha de inicio de la liga. Hasta el 1 de septiembre no pudieron arrancar la pretemporada y a mediados tuvieron permiso para disputar amistosos. Ahora vuelven a la acción.

Desde el sábado al 21 de marzo, dieciocho jornadas decidirán una primera fase en la que comenzar bien se premiará más que nunca. Había ganas de Segunda B.