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Carles Salvador juega el balón, por medio, ante la vigilancia de Parla. Detrás de ambos, Rayco. :: f.d.
Un fútbol demasiado previsible

Un fútbol demasiado previsible

Los rivales blanquirrojos han evolucionado en la forma de defenderse de los riojanos, que se han estancado en su fútbol

M.G.

LOGROÑO.

Martes, 25 de septiembre 2018

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Un gol en cinco partidos. Ninguna derrota. La situación de la UD Logroñés es inesperada, pero no única. Consuelo menor. Los blanquirrojos dieron muestras de agotamiento mental en Calahorra. Agotamiento que se pudo ver abiertamente siete días antes ante el Sporting. No jugó bien ni en Durango, ni ante el Barakaldo ni en Langreo, pero generó más ocasiones de gol que en los dos últimos compromisos. Más allá de la derrota, fracasó ante el Sporting y ante el Calahorra porque ese agotamiento es el de una idea puesta en escena por técnico y jugadores de esta plantilla.

La UD Logroñés es uno de los diferentes equipos que no ha ganado aún en Liga, pero con la salvedad de que su ambición es mucho más elevada. Fabril y Rápido de Bouzas no conocen la victoria. El segundo, ni siquiera ha marcado un gol en estos cinco compromisos. Castellón, que ha cambiado de entrenador, Perelada y Ebro tampoco han ganado en el Grupo III. El Ebro suma dos goles. El Atlético Malagueño no sólo no ha vencido en el Grupo IV, sino que ha perdido sus cinco compromisos. Un gol en su cuenta. Último en la tabla. Tampoco ha ganado el Villanovense, que suma tres puntos, como la UD Logroñés. El Ibiza también ha marcado un único gol. Es decimosexto.

El Grupo II es el más numeroso en la ausencia de victoria. No ha ganado la UDL, pero tampoco Gimnástica, Gernika y Durango. Es decir, los últimos clasificados. La Cultural, de hecho, sólo ha sumado un punto, el que le arrebató a los riojanos en el primer partido.

Esos son los números, pero el gran problema de la UDL es más profundo que una clasificación no definitiva. Ha perdido su identidad, el ADN de su fútbol que había aparecido de la mano de Sergio Rodríguez. Un fútbol de toque, de buscar siempre el compañero con el que jugar, de alternar el juego en corto con el largo, de hacer de la posesión la mejor arma ofensiva y defensiva. Todo eso ha desaparecido, porque los adversarios han variado su comportamiento sobre el césped.

La UDL tendía la trampa al rival con el toque en campo propio. Estiraba sus líneas. Más fútbol por dentro que por fuera. Al final, el contrario se descomponía. Aparecía el espacio. El vídeo delataba uno y otro comportamiento y el conocimiento ha acabado con la productividad goleadora de los riojanos.

La Cultural de Durango, amante de la posesión, no tuvo ningún reparo en darle el balón a la UD Logroñés. Su respuesta fue clara: juntar líneas en campo propio, bascular, no salir alocadamente a la presión y ahogar al adversario. Mantuvo su portería a cero, con suerte, pero la mantuvo. La UD Logroñés pudo ganar, pero su acierto en la definición también se ha esfumado casi por completo.

El Barakaldo apostó por un planteamiento similar en Las Gaunas, pero condicionado por unas dimensiones más grandes de las que disfruta la Cultural en Tabira. Trabajar coralmente, sin perder el orden y sin dejar espacios. Se adelantó en un error defensivo del eje blanquirrojo y la UDL debió recurrir a la estrategia para salvar un punto.

Los dos partidos en Langreo tuvieron similar corte. Balón blanquirrojo, posesión alejada del área local y excesivamente horizontal. El cuadro asturiano apenas sufrió. Únicamente cuando Marcos André y Rubén Martínez, entre otros, corrieron el Langreo se desarmó. Eso pasó en la Copa; a la Liga llegó el conjunto minero con la lección aprendida, forzó el empate sin goles y pudo ganar en la última acción del encuentro. Miguel lo evitó.

Posesión estéril

Del Nuevo Ganzábal a Las Gaunas con un remozado y rejuvenecido Sporting. Tampoco el filial necesita de la posesión. Balón para la UDL. Posesión estéril ante un rival de nuevo bien situado, ordenado y trabajador. Siempre en su campo. Alguna acción de presión alta, pero aislada. El Sporting se fijó en el Cartagena para adelantarse en el marcador. Balón a la espalda del central alejado al cuero. Gol. Errores defensivos. El segundo, a la salida de un saque de esquina, tras un rechace.

En todos esos compromisos la posesión fue blanquirroja. Muchos minutos. Tantos como lentitud. Dificultades para dar salida al balón, asumiendo demasiados riesgos, y dificultades para enlazar el centro del campo con el fútbol ofensivo. El máximo exponente de ese ahogamiento es Rayco García. Se mueve entre una nube de compañeros y adversarios en cada partido. Carece de metros para desarrollar su fútbol. Desaparece como lo han hecho las bandas. Ñoño tira a la diagonal desde la izquierda; Borja Sánchez u Olaetxea, desde la derecha. Víctor López es el jugador más vertical. Cambió el partido en Durango y oxigenó a su equipo en Calahorra.

Las defensas rivales han aprendido. Ya no salen a buscar al rival. Le esperan. Sabe que llegará por el centro. Y vienen de cara, pero sin desborde. Labor sencilla la de defender. No necesitan moverse lateralmente y, por tanto, no aparecen las grietas. Quien si tiene necesidad es la UDL, de una evolución, que no revolución.

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