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C. F. FERNANDO DÍAZ
Domingo, 15 de octubre 2017, 23:39
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Las Gaunas exteriorizó al final del partido la satisfacción por el triunfo conseguido en una tarde llena de sufrimiento y de alegría a partes iguales.
Porque cuando se pierde, la depresión también llega a la grada. Ayer, tras un comienzo flojo, el gol de Jordan (que pidió disculpas por haber marcado) dejó a la parroquia local sin aliento.
Sólo las voces de siempre, los gritos de detrás de la portería sur, se dejaban escuchar como ánimo a los jugadores, acompañando también a los habituales gritos contra el rival rojillo.
Pero, tras los goles blanquirrojos, cambió de forma radical la cara de la grada. Tras la incertidumbre de llegar al descanso perdiendo, después del primer gol blanquirrojo la seriedad se tornó en ilusión, en esperanza en que pudiera llegar el segundo tanto y la victoria.
Y llegó, y volvieron los cánticos, los aplausos, los ánimos. No hay como marcar para que la gente se anime y se incorpore también al partido, cuando minutos antes se sentía alejado del mismo, como fuera del mismo, con el marcador en contra.
Ayer, Las Gaunas vivió momentos de frustración pero, al final, se tornaron en aplausos y en caras sonrientes. El mejor final.
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