Y al final llegó el principio

En este relato singular, desde el final hasta el principio, la ovación vino motivada por una constante lucha de la UDL contra el destino, ese que fijaba como irremediable la victoria del Real Oviedo, por futbolistas, estructura y, sobre todo, por pasta. Puestos en pie, los más de 3.000 blanquirrojos alucinaron con un empate que es más que una victoria, es un reconocimiento público y notorio de que este equipo está en disposición de jugar por méritos propios los play off de ascenso porque en Las Gaunas no gana casi nadie (Guijuelo, Racing de Ferrol, Murcia y Oviedo). En definitiva, nadie. Y conviene valorarlo en su justa medida.

Porque en este cuento de inicio incierto y final ya conocido (1-1), el Oviedo empató cuando podía haber ido ganando, al mismo tiempo que la UDL cedió el empate cuando podía haber ido ganando hasta por dos goles al todopoderoso líder del grupo de las vaques. Por eso, en este relato a la inversa, paró dos Miguel para los riojanos, y Esteban demostró en el arranque del segundo tiempo que a los 39 años no sólo se pueden parar dos remates a donde tienen que ir (Joel a la escuadra y Moisés de cabeza en el segundo palo), sino que además se puede gozar con el ambiente de un partido de altura aguantando y favoreciendo la presión de los aficionados locales.

Porque este relato cuenta la historia de un partido de categoría superior, de esencia a fútbol del bonito, de volver a estar entre los mejores, de gente talentosa jugando a fútbol sobre el césped, donde la materia gris permite una evolución constante. Porque sin ésta, la UDL no hubiera podido competir contra el Real Oviedo. Este equipo es mejor que el de hace quince días, y sólo la regularidad marcará su posición final, que a buen seguro estará entre los cuatro primeros, porque así lo viene siendo toda la temporada. Ya es tercero, y lo hace después de ganar un punto ante el Oviedo.

Gol de Chevi, no pero sí

Y así se pasan las páginas de este relato. De atrás hacia delante. Chevi es quien se moja el dedo para sentir el folio cómodo en su índice, para marcar el camino hacia el fútbol en toda su complejidad. Lector compulsivo de historia balompédicas, Chevijuega para él, para el equipo, para los compañeros, para el entrenador, para los aficionados. Es un narrador de historias a la inversa porque su físico, a ese ritmo de escritura, no le da para aguantar los 90 minutos. Por tanto, su firma llega casi con el arranque, colando paredes con sus amigos hasta recibir un rechace claro de la zaga ovetense que acaba en las redes. Otro para Chevi, que se lo quisieron anular, pero fue evidente que la asistencia no era de Joel Valencia y sí del central ovetense.

Al principio llegó el final. Al final llegó el principio. Como en el partido ayer. Ése que invita al optimismo, a la celebración, a la apuesta clara que se hizo durante el arranque liguero en aquella racha fabulosa. Un relato a la inversa cuyo principio llegará si la UDL está entre los cuatro primeros, y su literatura no deja de ganar en adjetivos.