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De la frialdad inicial al enfado final
Gritos de 'Aguilá, dimisión' pusieron la rúbrica a un pobre derbi en el que la afición visitante acabó más contenta que la local
Ha tardado en llegar, pero el frío ya ha aparecido. Los abrigos más gorditos han empezado a abandonar los armarios para ver la calle y, cuando el sol se retira, las temperaturas ya bajan a cifras más habituales en estas fechas. Frío en el termómetro y frío hubo también durante muchos momentos en las gradas de Las Gaunas en el partido que medía este sábado a la Unión Deportiva Logroñés y el Calahorra. Un derbi que no ofreció demasiado al espectador para que se calentara.
De hecho, durante los primeros compases del duelo se escuchaban mucho más a los aficionados llegados desde Calahorra, quienes con su megáfono y sus bombos no dejaron de animar a su equipo. Eran menos en número, pero muy constantes y ruidosos. Su equipo lo agradeció.
Con el paso de los minutos, la afición local empezó a despertar y los cánticos comenzaron a escucharse, la mayoría procedentes del Fondo Sur. Aun así, lo que se veía en el campo no generaba demasiadas sensaciones en los seguidores de ambos equipos, ya que la primera parte desapareció sin apenas oportunidades. Solo el tiro al palo de Menudo y alguna decisión del colegiado estimulaban al respetable.
El fútbol decía poco, así que en el descanso el interés se trasladó a los voluntarios de Cruz Roja, quienes recogieron los peluches aportados a la campaña 'Juguete educativo'. Fue día de peluches y también de reencuentros, como el de Miguel y Cristian con sus antiguas aficiones. A ambos les guardan cariño en sus exequipos. Así se lo demostraron los seguidores de la UDL al portero cuando tuvo que ser sustituido y corearon su nombre.
Para entonces, aunque la temperatura ambiente había decrecido, la de la grada había aumentado. Primero por alguna oportunidad desperdiciada y después por el enfado entre los locales con su equipo y su entrenador. Los gritos desde un sector del campo de 'Aguilá, dimisión' pusieron la rúbrica al choque antes de que ambos equipos acudieran a despedirse de sus aficionados. Los del Calahorra se habían quedado para aplaudir a los suyos. Los de la UDL, en su mayoría, ya se habían marchado, enfadados, a su casa.