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Diego Costa trata de salvar la entrada de Pouraliganji. :: D. AZUBEL / efe
Y la montaña iraní se vino abajo cuatro años después

Y la montaña iraní se vino abajo cuatro años después

España logra un triunfo agónico y gana a una ultradefensiva selección persa que no perdía un partido oficial desde Brasil 2014

ROBERT BASIC

Jueves, 28 de junio 2018, 00:17

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Habría que hacer memoria para recordar un partido en el que España sufrió tanto para llevarse una victoria tan extraña, agónica y justa. Enfrente no estaba una selección, sino la cara norte del K2 en la que desaparecían hombres y balones. Irán era una montaña inabarcable en la que se perdía la expedición española, incapaz de abrir una vía, avanzar y escalar el muro. Hasta que apareció de la nada Diego Costa, quien clavó la pica en la cumbre gracias a una carambola milagrosa. Un despeje del lateral Rezaeian rebotó en su rodilla y se coló en la portería defendida por Beiranvand. El gol, que vale su peso en oro y liderato provisional, también acabó con una increíble racha de cuatro años sin perder de los persas en un encuentro oficial. La Roja tiró abajo la pared y respiró aliviada cuando el árbitro uruguayo Andrés Cunha decretó el final del choque.

España sabía lo que se iba a encontrar, pero comprobarlo y sentirlo sobre la hierba del Kazan Arena superó por mucho sus expectativas. Por ahí no pasaba ni el aire y menos los jugadores de Fernando Hierro, quien se impacientaba en la banda y pedía más movilidad a sus hombres. Con Iniesta apagado, la selección jugaba un partido de balonmano contra un Irán que defendía en bloque y en perfecta armonía.

Los persas se parapetaron detrás de un 4-4-2 que llegó a mutar incluso en un 6-3-1. Los primeros 45 minutos terminaron con un solo remate entre los tres palos de los españoles, y fue con un tiro de libre directo y centrado de Silva.

Irán tenía claro lo que había que hacer y se puso el mono de trabajo. Levantar un muro en su parcela y pelear hasta la extenuación el 0-0. Defendían bien, con criterio, y solo así se explica que llevaban cuatro años sin conocer la derrota en un choque oficial. La última vez que perdieron fue en la fase de grupos del Mundial de Brasil contra Bosnia-Herzegovina (3-1), y desde entonces siempre han permanecido de pie. Encadenaron 23 encuentros invictos y en 18 de ellos mantuvieron la portería a cero. Es más, poseen el récord mundial de imbatibilidad al enlazar doce duelos sin encajar. Pues bien, contra esta roca peleaba España y con muchísimo sufrimiento logró partirla. Lo hizo con un rodillazo de Diego Costa, quien abrió un boquete en el muro por el que se coló la selección y alcanzó los tres puntos.

Tercera muesca en la culata

Después de su exhibición contra Portugal, el delantero hispano-brasileño volvió a liderar el ataque de La Roja y dio una vez más en la diana. Con unas altas dosis de suerte, sí, pero su gol alivió al equipo y de paso le sirvió para tallar su tercera muesca en su culata mundialista. Hizo un doblete contra los lusos y ayer acertó de nuevo, por lo que empató con el ruso Cheryshev y sigue a uno de Cristiano Ronaldo. Estos tres hombres lideran la clasificación de los máximos artillero de la Copa del Mundo, a la espera de lo que hagan ahora el belga Lukaku (2) y el inglés Harry Kane (2).

A Diego Costa se le ve feliz y eso es una magnífica noticia para La Roja. Ayer apenas disfrutó de ocasiones y estaba muy vigilado por los defensas iraníes, pero le bastó con una aparición oportunista para reventar el partido y dar los tres puntos al equipo. «Estaban muy atrás y había que tener mucha paciencia». ¿Y su remate? «Hubo un poco de suerte». En realidad hubo mucha y su valor es incalculable. Él y la selección lo saben.

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