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Histórico. Los 'diablos rojos' celebran su pase a semifinales 32 años después de su anterior ocasión, en México'86 tras eliminar entonces a España. :: afp
Diabólica Bélgica
MUNDIAL DE RUSIA 2018

Diabólica Bélgica

La selección del español Roberto Martínez, con un majestuoso Courtois, se adentra en semifinales tras resistir el asedio de Brasil

PEDRO CAMPOS

Viernes, 13 de julio 2018, 23:29

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Neymar nunca abandona a los suyos. El Mundial de Rusia había perdido a dos terceras partes de la Santísima Trinidad del fútbol. Messi y Cristiano ya no estaban entre nosotros. Acabó imantado por ellos y el crack brasileño se esfumó. Bélgica le achicharró con una pócima diabólica del español Roberto Martínez. La selección europea se mete en semifinales de un Mundial 32 años después. La vez anterior ocurrió en México'86 tras eliminar a España. A los 'diablos rojos' les valió una primera parte solvente, en la que anotaron dos goles, para aguantar el asedio por tierra, mar y aire de Brasil en la segunda fase.

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Bélgica ha dado un manotazo a ese cartelón que le calificaba de posible. Era ese equipo plagado de jugones que se quedaba a medias. Todo había sido precioso hasta tener que vérselas con Brasil. «Jugó como nunca y perdió como siempre», era el titular previsto para muchos. Lo tuvieron que tachar porque la selección belga ya sabe ganar. Superó a Brasil porque tiene un portero majestuoso. Courtois dinamitó todas las ocasiones brasileñas. Y fueron muchas, muchísimas. Sólo un cabezazo de Renato Augusto profanó su reino. Coutinho, Firmino, Gabriel Jesus, Douglas Costa y Neymar le atizaron por todos los lados, pero salió indemne. Sin rasguños. Porterazo.

  • Brasil Alisson; Fagner, Miranda, Thiago Silva, Marcelo; Fernandinho, Paulinho (Renato Augusto, m.73); Willian (Firmino, m.46), Neymar, Coutinho; y Gabriel Jesus (Douglas Costa, m.57).

  • Bélgica Courtois; Alderweireld, Kompany, Vertonghen; Meunier, Witsel, De Bruyne, Fellaini, Chadli (Vermaelen, m.82); Hazard; y Lukaku (Tielemans, m.86).

  • Goles 0-1, m.13: Fernandinho (pp). 0-2, m.31: De Bruyne. 1-2, m.76: Renato Augusto.

  • Árbitro Milorad Mazic (SRB). Amonestó a Fernandinho (m.85) y Fagner (m.89), de Brasil; y a Alderweireld (m.47) y Meunier (m.70), de Bélgica.

A Brasil no se le puede acusar de inacción. Tuvo el dominio posicional todo el encuentro pero sin imitar el aburrimiento de España. Nada de pases horizontales. Acababa todas las jugadas, por un lado, por otro, por el centro. Pero cuando no es el día, no es el día. Llevaba más de 300 minutos sin encajar un tanto. Justo el día que Casemiro se lo pierde por tarjetas, recibe dos goles. Fueron suficiente losa para sepultarlos. Y se la jugó porque tanta presión atacante dejó autopistas para que los belgas pudieran cerrar el partido a la contra. Lukaku, Hazard y De Bruyne la tuvieron de varios colores, pero con dos tantos creyeron que ya era suficiente.

LA CLAVE Todos van a tener pesadillas con el arquero del Chelsea. Llega a donde nadie puede llegar

Roberto Martínez hizo una de Guardiola. Alumbró uno de esos golpes de efecto que te dejan patidifuso. Lukaku defendía como extremo y De Bruyne oficiaba de falso 9. En ataque volvía todo a la normalidad posicional, pero los brasileños ya estaban descolocados. Además, el técnico español premió a los triunfadores ante Japón y situó a Fellaini en el mediocentro y a Chadli como carrilero izquierdo. Mertens y el disperso Carrasco se apostaban en el banquillo. En Brasil el cambio obligado de Fernandinho y el retorno de Marcelo, tras su lesión de espalda provocada por un maldito colchón.

Cuando todavía el público se ajustaba en la butaca llegaron las primeras ocasiones. Fue un choque vistoso, plagado de acciones atacantes, delicioso de degustar. De Bruyne se marcaba un zapatazo ya en el minuto 2. En frío. A traición. Instantes después un palo golpeó la ilusión de Brasil. Thiago Silva remataba casi sin querer en un córner y el balón se iba a la madera. Cada saque de esquina era medio gol de Brasil. Pero la mitad no importa, importa el todo. Y en otro lanzamiento desde la esquina, pero en el área sudamericana, llegó la desgracia. Fernandinho golpeaba el balón con el codo y el balón se introducía en la portería. Maldición.

Brasil no acusó el golpe. Es fajador. Neymar intentaba animarse. El brasileño no suele estar en el sitio justo y en el momento adecuado. Es más efectista que efectivo cuando todo se decide. Pero lo buscó. Dio un pase magistral a Gabriel Jesus que marró, luego Coutinho lanzó fuera y Marcelo lo imitó. Lukaku lo observaba todo con mirada asesina. En un momento de asedio brasileño, el balón cayó en poder belga y la contra mortal la inició el delantero del United. Desde su campo se lanzó en tromba y a ver quién es el guapo que le frena. Ya cuando rozaba el área le dijo a De Bruyne «mételo tú que a mí me da la risa». Y el pelirrojo se marcó un chut cruzado letal. 0-2. Los aficionados de Bélgica no paraban de fotografiar el marcador. Creían ver visiones.

Brasil seguía sin descomponerse. Tite los tiene bien enseñados. Hay que ser siempre Brasil. Seguían buscando la portería de Courtois y el gigante se hacía interminable. Empezó con el recital de palomitas de foto. Eso sí, cuando moría la primera mitad la tuvo Kompany con un taconazo que si llega a acertar siempre diríamos la manida frase de «si lo llega a meter Cristiano o Messi tenemos gol hasta en la sopa».

Ruleta rusa

Tite se la jugó en la segunda mitad. No tenía nada que perder. Incluyó a Firmino y buscó remates con dos delanteros centro. Justamente el panzer del Liverpool la tuvo nada más salir tras una gran jugada de Marcelo. Luego lo buscaba Paulinho. El encuentro era eléctrico, sin variar el patrón de la primera mitad. Dominio de posición y de ocasiones para Brasil con una Bélgica bien posicionada y dispuesta a soltar una contra mortal en cuanto pudiera. El seleccionador brasileño buscó nuevas situaciones y metió a Douglas Costa en el campo. La banda derecha fue un puñal con el extremo. Pero el encuentro era una ruleta rusa para la pentacampeona. En el minuto 62 pudo llegar el tiro mortal con una contra de Hazard, pero su remate se marchó cruzado.

Tuvo que ser un secundario como Renato Augusto el que dio oxígeno a Brasil. Coutinho la puso en el área y el interior levitó sobre el césped para anotar de cabeza. Debió ser un remate perfecto para superar a Courtois, que echó por tierra las siguientes acciones de los hombres de la canarinha. Todos van a tener pesadillas con el arquero del Chelsea. Parece que no se esfuerza pero llega a donde nadie puede llegar. Es inacabable. Lo que sí acabó fue el partido. Ese que ha llevado a Bélgica al cielo. Ese que ha entronizado a un español. Roberto Martínez decía al final del partido que todo el país debía estar orgulloso. Seguro que sí.

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