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Odriozola y Vinícius se felicitan después del gol del donostiarra, terc ero del Real Madrid. :: efe
Vinícius contagia al Real Madrid

Vinícius contagia al Real Madrid

El brasileño deja un reguero de acciones para la ilusión en un notable partido del cuadro de Solari

ÓSCAR BELLOT

MADRID.

Jueves, 1 de noviembre 2018, 00:59

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Santiago Solari inició con buen pie su andadura como entrenador del Real Madrid. Con un ejercicio de solvencia, ganas y determinación, salpimentado con rachas de juego notable y acierto en boca de gol, el cuadro de Chamartín salió victorioso de su visita a Melilla tras el cambio de guardia en el banquillo. Cierto es que enfrente se hallaba un adversario de inferior categoría que cuenta 31 temporadas en Segunda B, pero no lo es menos que lo mismo sucedió la campaña anterior, cuando los blancos penaron una barbaridad para deshacerse en dieciseisavos del Fuenlabrada y luego sufrieron también una infinidad para apear en octavos al Numancia.

MELILLA

0

-

4

REAL MADRID

  • Melilla Dani Barrio, Sofian, Juanmi Carrión, Richi, Mahanan, Alfonso, Igor Martínez (Brain Amar, min. 74), Lolo Garrido (Fran Bueno, min. 83), Ruano, Yacine (Brian Martín, min. 69) y Otegui.

  • Real Madrid Keylor Navas, Odriozola, Javi Sánchez, Sergio Ramos (Nacho, min. 46), Reguilón, Marcos Llorente, Ceballos, Marco Asensio (Cristo, min. 82), Lucas Vázquez, Vinícius y Benzema (Fede Valverde, min. 46).

  • Goles 0-1: min. 27, Benzema. 0-2: min. 45, Marco Asensio. 0-3: min. 78, Odriozola. 0-4: min. 92, Cristo.

  • Árbitro Burgos Bengoetxea (Vasco). Amonestó a Javi Sánchez, Sofian, Lucas Vázquez

Los goles de Benzema, Marco Asensio, Odriozola -que se estrenó como goleador en el Real Madrid y repartió dos asistencias- y el canterano Cristo cumplimentaron un triunfo protocolario que adquiría carácter de exigencia ineludible en medio de los convulsos tiempos que han removido los cimientos del club, cercenando un proyecto y abocando a la improvisación de otro que nace con barniz de provisionalidad pero que sueña con perpetuarse a base de resultados y sensaciones.

Meritorio estreno del 'Indiecito', que acostumbrado a lidiar con contrincantes que se dejan la vida en cada encuentro, mantuvo en alerta a sus pupilos, de los que extrajo seriedad, compromiso e imaginación para encarar un duelo poco apetitoso para las figuras pero del que sí sacaron partido un puñado de meritorios y jóvenes valores como Vinícius, protagonista antes, durante y después de un choque que parece augurar jornadas de disfrute para el brasileño, al menos mientras dure la regencia del preparador a cuya vera ha hecho prácticas desde su aterrizaje en el fútbol europeo.

Autor de la asistencia que desembocó en el tanto de Marco Asensio, Vinícius dejó destellos en forma de taconcitos, asociaciones, internadas, pases con tino y descaro. Le faltó el gol, que le negó el travesaño al repeler un latigazo que hubiera rubricado una faena mayor y que luego rozó también en la jugada que acabó coronando Odriozola. Fue, con permiso de Marco Asensio y Odriozola, el puntal de un once netamente ofensivo al que contagió con su frescura para dar algo de ilusión en esta etapa de vacas flacas y penurias por doquier en Chamartín.

Con cinco bajas por lesión y cuatro pesos pesados -Modric, Kroos, Isco y Bale- descansand, el Madrid compareció en la ciudad autónoma con el estado de excepción decretado. De ello dio fe Florentino Pérez viajando en el avión del equipo, un gesto inusual en el presidente, y Sergio Ramos pidiendo voluntariamente su concurso a un choque que le sirvió de paso para colocarse con 578 como el séptimo futbolista con más partidos oficiales en la historia del Real Madrid, superando a Camacho.

Sin margen para experimentos, Solari aplicó el libreto del Castilla, asignando el doble pivote a Marcos Llorente y Ceballos y dando mucha libertad a Marco Asensio, una de las decisiones más acertadas del argentino, que también tiró de ductibilidad táctica al reconvertir el 4-2-3-1 con que formó en la primera parte por un bloque más abrigado en la segunda.

Fue de menos a más el Real Madrid, que sufrió con la pujanza inicial del Melilla, con la que los unionistas compensaron la sideral distancia de talento entre ambas escuadras pero que acabaron pagando el desgaste. Sobre todo porque enfrente andaban figuras con duende como Vinícius.

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