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El británico Simon Yates celebra su victoria en Praeres. :: Manuel Bruque / EFE
Yates aprovecha el dilema del Movistar

Yates aprovecha el dilema del Movistar

«Entre nosotros no hay ningún problema», jura el español, que podía haber ganado la etapa a poco que le hubiera ayudado el colombiano El nuevo líder bate en Praeres a Valverde, que no conocía la cuesta, y a Quintana, que no ayudó al murciano

J. GÓMEZ PEÑA

NAVA.

Domingo, 9 de septiembre 2018, 01:00

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Dos contra uno. Y Simon Yates, nuevo líder, le gana a la pareja que forman en el Movistar Valverde y Quintana. Algo falla. «Entre nosotros no hay ningún problema», jura el murciano. Versión oficial. En la cuesta de Praeres de Nava, tan bruta, los ciclistas parecen clavados en el aire. La montaña se resiste a ser conquistada. Se inclina más y más. Polvo en los pulmones. Ataca Kruijswijk. Y saltan Carapaz y Valverde a por él. El Movistar trabaja a turnos. Todos para Quintana. También Quintana trabaja para él mismo.

En la cima hay un bar. Lo regenta Aladino, que era cazador hasta que adoptó a 'Bambi', una cierva. La pinta de rojo para que no se la maten los furtivos. Lo pasa mal cada vez que su mascota sale a pastar al bosque. La protege. A Quintana le cuida Valverde. Al murciano no le cuida el colombiano. La etapa que pudo ser suya se la llevó Yates, buen francotirador. Él solo se encargó del Movistar. Aprovechó el dilema del equipo español: ¿Quintana o Valverde? Ni uno ni otro.

Ganó Yates, con 2 segundos sobre 'Supermán' López y Valverde, 5 sobre Pinot y 7 sobre Quintana. «Me quedo con la sensación de que podía haber ganado yo», lamentó Valverde. Y ahí lo confesó: «No conocía la cuesta». Le sorprendió. «El final era menos duro de lo que esperaba». Y por eso se retuvo. No apuntó bien. Fue Yates el que acertó de pleno en la diana y recogió el premio de la bonificación. Manda en la general con 20 segundos sobre Valverde. Cinco más le lleva a Quintana. López está a 47 y Kruijswijk, a 1.23. Detrás se alejan Ion Izagirre, Mas, Keldermann... Y más lejos aún quedan ya Herrada, líder consumido, y De la Cruz, que en una etapa cuesta arriba perdió la Vuelta en el descenso del alto de Mozqueta.

«Yo tampoco conocía la subida -confesó Yates-. Aunque había visto un vídeo. Me he limitado a aguantar para atacar justo al final». La paciencia del buen cazador. Con una bala le bastó. El Movistar, con dos, no cobró la pieza.

Así, en términos balísticos, lo resumió Quintana: «En la Camperona disparé y acerté. Aquí me ha salido un tiro al aire». El colombiano confía más en la etapa que viene, la de los Lagos de Covadonga. Y, pese a lo visto en Praeres, cree que la superioridad numérica del Movistar será su fuerza. «Con Valverde podemos jugar con la estrategia». Considera al murciano un peón a su mando. Ni siquiera le ayuda a pelear por etapas como la que estrenó esta cima asturiana tras partir desde Cistierna, en León, al otro lado de la montaña.

Bahrain trabaja para Izagirre

Hubo fuga, claro. Pero esta vez no llegó porque el Bahrain no quiso. Nibali, zumo de campeón, se entregó por uno de los suyos, Ion Izagirre. Nibali es de otra especie. Sabe recompensar a los suyos. Tiró en la Colladona y en Mozqueta. El siciliano tuvo la ayuda de Gorka Izagirre y, también, de Iván García Cortina, que se descolgó de la escapada para echarle una mano. En el ciclismo, el trabajo de equipo es el camino.

Y en las fugas cada uno le saca partido a lo que tiene. Iban seis. Kwiatkowski, que estaba a cinco minutos del líder, era un peligro. A un tipo así, que vale para todo, no se le puede dar la ocasión de resucitar. Bookwalter pedaleaba para Roche. A Woods se lo había tragado una curva húmeda del descenso de Mosqueta. Caída al filo del quitamiedos. El belga De Gendt se bajó de la escapada en cuanto sumó los puntos suficientes para pelearle a Maté la clasificación de la montaña. Y el sexto de esa fuga, García Cortina, es un asturiano que se ha hecho ciclista en contra de su geografía. Lo suyo son las clásicas de piedra y no los puertos. Es un chico fuerte, valiente y hábil. Creció en Llantones, al lado de Gijón. Como apenas había niños, su infancia fue una bicicleta. Bueno, una tras otra. Las rompía con sus cabriolas y derrapajes. Le gusta eso, el riesgo, la velocidad, el esquí, las motos, el surf... El aire en la cara. Y ama Asturias, pese a esas cuestas con las que no puede.

Pero en descenso es un misil. Esperó al pelotón guiado por su patrón, Nibali. Y él solo, con su pericia y arrojo, destrozó la carrera en la bajada de Mozqueta. Enterró a Herrada y De la Cruz. Castigó al resto. Su equipo, el Bahrain, atrapó a los otros fugados y dejó a Kiatkowski a tiro justo en Nava, la capital de la sidra. Ciclismo a la sidra. La subida a Praeres de Nava, angosta y con rampas sin piedad, tensó la carrera. Exige un esfuerzo máximo. Nubla la vista. A unos más que a otros. Izagirre enseguida cedió. Kruijswijk, siempre valiente, se precipitó. Le suele pasar. Valverde, con la ayuda de Carapaz, le mantuvo a distancia. A unos metros, Quintana, Yates, López, Mas, Pinot y Urán barajaban miradas. Quintana sólo tenía ojos para su compatriota López. Le teme. Y por un lateral se le marchó Yates. Una bala. Certera.

No se sacrifica

Quintana y López le miraban. Le tenían a tiro. Y más cuando se les sumó Valverde, que siempre tiene pegada. Dos del Movistar contra Yates. El murciano necesitaba que su líder le echara una mano. Un relevo. Algo. Y no. Quintana iba a lo suyo. No se sacrificó por el corredor que se pasará el resto de la Vuelta ayudándole. La etapa que pudo ganar Valverde es de Yates, en esta Vuelta que parece estar entre el líder, López y Quintana, dueño de Valverde. Si los Lagos no cambian el guión.

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