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HASTA LA VISTA, JOTA

CAUTIVO Y DESARMADO - PABLO ÁLVAREZ

Miércoles, 30 de mayo 2018, 23:41

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Jota González es un tipo que sufre. Y además le gusta demostrarlo. Es de ésas raras personas que, cuando le preguntas «qué tal», va y te lo cuenta. Y lo que te cuenta no suelen ser alegrías: siempre hay algo que puede ir mal, algún jugador lesionado, otro que no acaba de saber lo que hace. Siempre hay algo que ha dicho alguien en algún comentario en no sé qué web. Siempre muchas dificultades, poca esperanza.

Y sin embargo, Jota González ha conseguido el raro milagro de ser casi unánimemente respetado, admirado y querido. Querido, sí, para su sorpresa: hasta el último día, confesaba, le sorprendía el calor en la despedida del Palacio de los Deportes.

Jota sufre, porque de otro modo no sería Jota, y pasa días sin dormir antes y después de los partidos, siempre obsesionado por el balonmano. Y lo mejor del caso es que no debería sufrir tanto: pocos como él han conseguido que un equipo y hasta una ciudad se identifiquen con un entrenador. Pocos han conseguido objetivamente tanto con tan poco, marcando una etapa que, ay, Dios quiera que no echemos de menos. Será difícil.

Jota, en la despedida, debería ser el tipo más feliz del mundo. Un nuevo mundo le espera, pero pase lo que pase, nadie puede quitarle lo que a Logroño le ha dado y lo que Logroño le debe. Por ser quien es, por esa entrega y ese sufrimiento, por lo conseguido. No tanto en esas temporadas dulces de la Champions, sino en los primeros duros años y en este último durísimo.

Hasta la vista, Jesús Javier González. Un placer para todos haberte conocido, y ojalá nos encontremos más adelante con una sonrisa.

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