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MARTÍN SCHMITT8 blogs.larioja.com/balonblog * Twitter: @martinrioja
Sábado, 16 de diciembre 2017, 23:24
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Golpe de autoridad del Ciudad de Logroño. Y ante un equipo de Champions que quiere luchar por la segunda plaza de la Liga Asobal. El conjunto franjivino, con un balonmano ordenado y una lección táctica, venció a todo un Abanca Ademar en una remontada que ya es espectacular. Con el triunfo de ayer (32-29), el equipo de Jota González suma once de los últimos doce puntos en juego, abandona la zona caliente de la clasificación y se mete de lleno en la lucha por los puestos europeos.
Con jerarquía y tranquilidad, los franjivino supieron sobrevivir a un pésimo inicio (llegó a estar 1-5 en el marcador) y se llevó un triunfo que le sabe a gloria en la despedida del equipo del Palacio de los Deportes este 2017.
La defensa
Jugó compacta, anuló el pase al pivote y los lanzamientos exteriores y brindó algunos balones para matar a la contra Tácticamente, casi sin errores.
Pocas pérdidas
El equipo falló de cara a portería, pero a diferencia de otros encuentros, no sufrió demasiadas pérdidas de balón El equipo jugó seguro de sí mismo.
El primer tiempo fue extraño. No comenzó bien el Ciudad de Logroño, pero no daba la sensación de desfallecer. Había errores puntuales en defensa que debía corregir y poco a poco fue mejorando sus prestaciones, gestionando mucho mejor los ataques, minimizando los errores atrás. Y eso que los leoneses iniciaron el encuentro con intensidad, haciendo daño en el pivote, a través de un movedizo Diego Piñeiro que se coló por las espaldas de Miguel Sánchez-Migallón y Rubén Garabaya. Y cuando le custodiaron, fue David Fernández el que sacó el látigo desde los nueve metros con su zurda para marcar cuatro tantos en esa primera parte.
El ataque franjivino, que comenzó con los pequeños en pista -Castro y Kukic-, tuvo al serbio como protagonista, tanto en su rol goleador -marcó cinco dianas- como en el de asistente a un Kule Kusan que se marchó en esa primera parte con tres tantos de bella factura, robándole las espaldas a los argentinos Gonzalo Carou y Federico Vieyra.
Sobre el final, el BM Logroño incrementó su intensidad en la retaguardia, Jakub Krupa, que reemplazó a Gurutz Aginagalde, tocó dos veces consecutivas cuero y el conjunto logroñés dio vuelta al tanteador y se fue al descanso 16-15 arriba, gracias a un caderazo de Kukic sobre la bocina, lo que dejó el encuentro abierto para la segunda parte.
Un segundo período en el que el equipo riojano desplegó un esquema táctico que anuló a los leoneses, sobre todo en ataque, que solo pudieron hacer algo de daño a Jakub Krupa a través del central brasileño Acacio Marques y el extremo derecho David Fernández. Para ese entonces, las circulaciones de los extremos o las desmarcaciones del pivote por las espaldas de la retaguardia franjivina desaparecieron al ser neutralizadas por Garabaya y sus compañeros.
La defensa, que se hizo fuerte y creció, consiguió que el cuadro riojano pudiese correr en algunas contras y para el ecuador de esa segunda parte el Ciudad de Logroño ganaba la contienda por cuatro goles (25-21), aunque a base de pundonor el Ademar recortó diferencias y llegó a situarse a dos tantos del equipo logroñés, que no se preocupó: Jota González solicitó un tiempo muerto (con 27-24) en el marcador, reordenó el ataque y el equipo franjivino volvió a abrir hueco, esta vez insalvable para un conjunto leonés que la Champions le ha pasado factura.
El cansancio era evidente en el equipo de Guijosa, que no volvió a utilizar a jugadores como Sebastián Simonet o Federico Vieyra. En el otro área, Juan Castro cogió el timonel del equipo, movió sus fichas y creó espacios para que Kule Kusan marcase otros tres tantos (acabó con seis el pivote) o para que Imanol Garciandia, que falló las más sencillas, se apuntara otra media docena de tantos desde la derecha.
El Ademar buscaba la remontada pero el equipo franjivino se mostraba seguro de sí mismo. Ninguno de los 1.200 espectadores creyó que las tornas cambiarían. Por una cuestión de sensaciones, el equipo de Jota González era superior y así lo trasladaba hacia la grada. Se gustaba y ponía de pie al público, que le despidió con una gran ovación. Como antaño.
Porque el Ciudad de Logroño que se vio ayer recordó al de años anteriores, cuando los objetivos eran muy distintos a los actuales, cuando la falta de patrocinio no era un escollo y se estaba acostumbrado a la Champions. Ahora, triunfos como el de ayer por la tarde se disfrutan y saborean mucho más, y permiten volver a soñar.
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