Balenciaga ha cuajado un buen encuentro. Twitter Ciudad de Logroño
Balonmano

Un Logroño irregular sufre para ganar

Los franjivino, de buen inicio, cayeron en una depresión de la que salieron gracias a Rangel, Casado y Balenciaga

Martín Schmitt

Logroño

Sábado, 24 de octubre 2020, 20:35

Esta versión más irregular del Ciudad de Logroño de los últimos tiempos es capaz de cualquier cosa. Este sábado venció después de caer en una depresión que a punto estuvo de costarle el partido. Al final, los de Velasco pudieron sobreponerse al mal juego y gracias a los hombres habituales, los Balenciaga, Casado y especialmente Rangel Luan da Rosa, sacó adelante un encuentro complicado contra una de las sensaciones de esta campaña, un Puente Genil que llegó a estar encima en el marcador por cuatro goles de diferencia. Pero más que por amor propio que por balonmano, el Ciudad de Logroño sumó dos puntos valiosos.

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El equipo franjivino comenzó haciendo las cosas muy bien: intensas defensas y ataques certeros, sin luces, pero eficaces. En esos primeros compases, el conjunto franjivino pareció sacudirse los fantasmas que le persiguen desde el segundo encuentro de la temporada, cuando la llama ofensiva se empezó a apagar. Pareció, por momentos, que las ascuas comenzaban a arder otra vez. El equipo se mostraba alegre, defendía bien, robaba balones y marcaba en ataque posicional.

Pero de pronto, cuando el equipo llegó a los seis goles (6-3) algo se torció. Hackbarth volvió a ser el extremo errático de los partidos anteriores, Ceretta no soltó el brazo izquierdo, Oswaldo sí pero con mucho desacierto (cuatro fallos en cuatro lanzamientos, uno de ellos un penalti). La defensa, comenzó a calibrar mal las salidas, Juan Castro y Joao empezaron a sentirse más cómodos y el Puente Genil dio vuelta la dinámica. Escupió sobre la pequeña fogata que se mantenía viva a duras penas. Erik Balenciaga empezó a atascarse en los ataques, Agustín Casado aportó poco y Rangel dejó de tocar cuero. Un cóctel que acabó en el descanso con un 8-11 en contra. Pero lo peor no era el resultado que reflejaba el marcador. Lo más preocupante eran las sensaciones que este equipo mostraba hacia una silenciosa grada.

Tras el descanso, Velasco debió poner dos gritos en el vestuario local porque todo cambió. La defensa despertó y comenzó a salirle a Juan Castro, Joao, Mitic y Estepa. La móvil retaguardia ayudó a que Rangel volviera a activarse y la ofensiva empezó a ver puerta con más asiduidad.

No fue un vuelco tremendo el que pegó el equipo riojano, pero poco a poco comenzó a cambiar su fisonomía. Ya no era el conjunto lánguido y triste del final de la primera parte. La chispa había vuelto al juego franjivino. Balenciaga manejó los hilos de su bloque, Agustín Casado le sirvió de escudero; Oswaldo comenzó a meter lo que antes fallaba y el equipo empezó a bailar alegre, a correr cuando se robaban balones -Antonio Serradilla raptó aolgunos muy importantes- y a limar las diferencias. Y poco antes del ecuador de esa segunda parte, las tornas cambiaron después de una brillante parada de Rangel y una feroz réplica que acabó Edu Cadarso, reconvertido en extremo al defender en el lateral.

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A partir de entonces, el Ciudad de Logroño mandó en el marcador. Juan Castro ya estaba cansado y era Javi García, que campó a sus anchas por los seis metros, el que tiraba del carro. Pero ese carro ya tenía demasiado peso. Entre Balenciaga y Casado ya tenían tomado el pulso a la defensa andaluza. El triunfo estaba cada vez más cerca.

Pero el conjunto riojano no celebró hasta el final. Porque no hubo nada sentenciado hasta los instantes finales. Al final, este Logroño discontinuo sumó otro triunfo para acercarse a la zona alta de la clasificación.

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