El Logroño pone pie y medio fuera de Europa

Los riojanos no tuvieron ritmo, posiblemente por el cansancio de jugar 48 antes. Así, el partido fue en cámara lenta y muy igualado al principio. Era evidente que ambos necesitaban ganar para depender de ellos mismos para pasar a la siguiente ronda y ninguno de los dos era capaz de sacarse ventajas que no iban más allá del gol. Posiblemente por la obligación de ganar en casa el equipo franjivino se mostró más nervioso, fallando bastantes lanzamientos y cometiendo errores en los pases.

La Vojvodina, por contra, jugó con más tranquilidad, con menos necesidades. Y se aprovechó de una defensa que no acababa de calibrar como hace una semana en Novi Sad. Así, el bielorruso Pukhouski jugó con más espacios y cuando no encontraba huecos se los fabricaba al tunecino Aziz letal. La defensa no terminaba de cerrarse y Aly era reemplazado por un Palasics que respondió al principio con cuatro paradas seguidas pero que después se fue diluyendo.

De esta manera, el conjunto serbio cogió las primeras rentas del encuentro de la mano de Aziz (9-13, minuto 22). Tras un tiempo muerto de Velasco, los riojanos mejoraron prestaciones en defensa y pudieron recortar la sangría. En estático los locales, que desaprovecharon una doble superioridad para empatar las cosas, eran sometidos por la agresividad de los rojiblancos, que en esa primera parte sufrieron seis exclusiones.

Tenía que mejorar mucho en la segunda parte un conjunto franjivino al que le empezaban a pesar en las piernas el cansancio para ganar un encuentro complicado y ante un rival duro, quizás demasiado agresivo.

Sin embargo, los locales sufrieron una pájara memorable tras el paso por los vestuarios. Y la Vojvodina olió sangre y fue a buscar la sentencia. Porque del 15-17 con el que se llegó al descanso, los balcánicos pisaron el acelerador aprovechando los numerosos errores de los franjivino y en ocho minutos se colocaron 17-25. Quedaba mucho todavía, pero pocos creían en la remontada. Los locales estaban agotados y en cuadro.

En un acto de amor propio, el Logroño empezó a remar contracorriente y frente a sus propios errores. Todo quedó en un intento y pese a probar casi todo, la reacción se quedó escasa (29-32), la Vojvodina se vengó de la derrota de la semana anterior y se adelanta en tres puntos a un Logroño que espera el milagro.