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El Logroño y su afición enseñan sus dientes
Pese a las diferencias en el marcador, el equipo franjivino se lleva un peleado choque ante el Torrelavega
Cuando equipo y afición van de la mano, las victorias fluyen. Este viernes fue una muestra de ello. El Ciudad de Logroño se apuntó su ... primer triunfo en casa en un encuentro muy disputado ante un correoso Torrelavega que acabó estrellado contra la defensa franjivina y con un buen Mohamed Aly bajo palos. En los malos momentos del encuentro, que los hubo a raudales, el equipo de Miguel Ángel Velasco enseñó su carácter y aplomo para llevarse una importante victoria (33-26) que le aleja de la zona más baja de la clasificación.
Y eso que el conjunto franjivino no comenzó con la puntería fina. Durante los primeros minutos, los riojanos desperdiciaron muchísimas ocasiones, algunas de ellas por mala elección de tiro. Todo lo contrario que el Torrelavega que se aprovechó de la eficacia de Mijuskovic bajo palos y la efectividad de su ataque para abrir el melón del encuentro (0-3 en los primeros tres minutos).
El Ciudad de Logroño parecía atascado ante una defensa muy profunda, casi en un 5-1, que obligaba a los locales a armar el juego desde el centro del campo. Pese a ello, y a varias decisiones arbitrales que enfadaron mucho al Palacio de los Deportes, el conjunto dirigido por Velasco se aferró al duelo con más corazón que balonmano.
El partido estaba muy embarullado y fue la afición –que estaba muy cabreada– la que empujó a los logroñeses a dar un paso al frente, comenzando por la defensa, que fue abortando los ataques de los cántabros. Poco a poco perdieron fuelle atrás, lo que permitió al Logroño ponerse por delante cinco minutos antes del descanso.
Se antojaba una segunda parte apretada. Pero no lo fue. Pese a que Alonso Moreno empató las cosas cinco minutos después del paso por vestuarios, el equipo franjivino mostró muy pocas fisuras durante el segundo tiempo. Con una intensa defensa y un Aly en racha, poco a poco los riojanos fueron abriendo hueco en el marcador.
Álex Mozas gastó sus dos tiempos muertos en el ecuador de ese segundo tiempo, mientras sus jugadores chocaban con una retaguardia en alerta y casi impermeable. Y arriba era un gran Edu Cadarso, acompañado de su hermano David desde los siete metros y un aguerrido El Korchi los que marcaban el ritmo anotador de un Logroño que se crecía con el paso de los minutos y los goles para apuntarse un triunfo, el primero en casa, que pretende ser un cambio en la dinámica del equipo franjivino.
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