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Camilo Santiago posa con su medalla. :: @camilofullrun
 La vocación  tardía
FIEBRE EN LAS GAUNAS

La vocación tardía

VÍCTOR SOTO

Lunes, 20 de agosto 2018, 00:01

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A Raymond Chandler la vida le iba bien. Tenía 45 años, había sobrevivido a la Primera Guerra Mundial, estudiado finanzas y trabajaba para una compañía petrolífera. Acumulaba dinero, novias y esa sensación de vacío en la plenitud tan habitual. Pero la Gran Depresión (y su afición a la botella) acabaron con el sueño americano. Se encerró en la lectura de novelas negras y pronto dio el paso a escribirlas. En sus primeros siete años de dedicación a la escritura creó obras como 'El sueño eterno' o 'Adiós, muñeca'.

A Camilo Santiago también le iba bien la vida. Un buen trabajo de comercial, una novia, una hipoteca, ratos con los amigos jugando al fútbol... Con 28 años, un compañero le ofreció un dorsal para correr una media maratón en San Sebastián. Él, que renegaba cada vez que le tocaba hacer kilómetros en los entrenamientos con el Villegas o cuando se tenía que incorporar por la banda, se animó.

Ese día tuvo una iluminación. El atletismo le había tocado. Comenzó a acumular carreras, a bajar tiempos y a enredarse entre las dopaminas y el sudor. Se federó, empezó a ganar y, ya en la treintena, la edad que para muchos significa la retirada o la recta final de una carrera, decidió apostar fuerte por el atletismo.

Buscó la alianza de Ángel Gómez Alti y cambió de entrenamientos, de rutinas y hasta de vida. Apostó por el atletismo, dejó el trabajo y empezó a crecer. Primero con logros 'populares'; poco después, con retos nacionales. Y ya, desde hace apenas unos meses, internacionales. El Campeonato del Mundo de media maratón y ahora los Europeos de Berlín representan el punto de partida de una carrera que se prevé larga y fecunda. Porque, a los 35 años, el murciano afincado en Albelda y ahora residente en Zaragoza es todavía una promesa del atletismo.

Con la ambición intacta y el cuerpo poco castigado, su medalla de plata por equipos (acabó decimo sexto en la general del Europeo) debe ser un acicate para seguir creciendo. El atletismo le ha dado una nueva vida a Camilo, le ha quitado 20 kilos, afinado la figura y aportado una nueva familia deportiva. La vocación ha sido tardía, pero la fiesta no ha hecho sino empezar. Siete años han transcurrido desde esa invitación a una media en San Sebastián. Parece un mundo, pero es un suspiro.

Tokio es el siguiente objetivo. En el 2020, a la vuelta de la esquina. Carlos Coloma le ha contado una y mil veces a qué saben unos Juegos Olímpicos y Camilo Santiago se ha envenenado de ganas. Viendo su progresión y sus capacidades, pocos dudan de que alguien pueda apartarle de su sueño.

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