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Usain Bolt, consolado por sus compañeros tras su lesión en los Mundiales de Londres. :: afp
Un adiós humano

Un adiós humano

Domingo, 20 de agosto 2017, 23:40

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Usain Bolt se despidió de las pistas de atletismo mostrando su verdadera cara, la humana, la que sus actos y la épica posterior habían relegado al olvido. El héroe, desde los tiempos clásicos, necesita demostrar su humanidad, al contrario que los dioses, que juegan con ella, travistiéndose de mortales para divertirse o lograr sus objetivos.

Usain Bolt llegaba a Londres como imbatible( y 'sólo' logró el bronce en su prueba fetiche, los 100 metros libres) y como una máquina perfecta (y en el 4x100 su musculatura se resquebrajó en la recta final de su carrera). La bala jamaicana ha dado el paso al olimpo de la gloria no con una mancha en su brillante currículo, sino como una demostración de humanidad, una justificación de su gloria. Lo que para los demás parecían imposibles, para él eran poco menos que aburridas rutinas. Oros y más oros en todas las competiciones a las que acudía.

Hasta que, incrédulo, supo a lo que sabe el bronce y, desgarrado sobre el tartán, comprendió que él tampoco era inmortal. Como Alexandr Karelin, el 'Oso de Siberia', un luchador grecorromano que anunció su retirada para los Juegos Olímpicos de Sidney (para entonces acumulaba tres oros olímpicos, nueve mundiales y una docena de europeos). Tras casi 13 años invicto, un estadounidense del que ya pocos se acuerdan (Rulon Gardner) le batió y le condenó a la plata en su último combate.

Fue el epílogo glorioso de otro ser humano que había explorado los límites de la imbatibilidad. Al gran Karelin aún se le recuerda con honores. De la misma manera que Usain Bolt permanecerá para siempre en la memoria de los amantes del deporte y también de los que aman la alegría y el saber vivir. Incluso en su peor momento, en unos Mundiales que le han castigado casi tanto como le han encumbrado, a Bolt no le ha faltado una sonrisa que echarse a la cara.

Se acaba la diversión, por ahora, pero quedarán los vídeos y las sensaciones. Y, sobre todo, estos últimos recuerdos, esa lesión maldita que no nos permitirá saber nunca si 'El Rayo' iba a poder remontar esos metros perdidos en el relevo 4x100 y acabar su vida deportiva con su enésimo oro. Verle caer como a un humano más, engrandece todo lo que ha logrado.

Bolt no era un dios ni un super héroe. Sólo un hombre. Pero el hombre más rápido de todos los tiempos.

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