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Lo que desde el siglo XVII fue un molino de cereal (que estuvo funcionando hasta 1963), con su propia presa para recoger agua del río, ... y a la que en el siglo siguiente se le añadió una casa, es –desde ya hace bastantes décadas– Bodegas Puelles, en Ábalos. Allí se elaboró durante algún tiempo vino a granel que se vendía a las bodegas, pero tras la crisis de 1973 y como una salida natural, Bodegas Puelles comenzó a comercializar sus vinos que posteriormente (1987) también empezó a embotellar.
La actual bodega cumple, en parte, el deseo de su propietario –Jesús– que había descubierto tras sus viajes a Francia que lo que él quería para su bodega era el estilo 'chateau', es decir, con las viñas propias rodeando el edificio donde se elabora el vino. Sin embargo, Jesús observó cómo su deseo no era fácil de cumplir en una región vinícola como Rioja, y ahora se conforma con 11,5 hectáreas de terreno alrededor de la casa de las que 6 cuentan con viñas, el resto de las 21 hectáreas propias dedicadas a este cultivo, de las que actualmente dispone, están más alejadas de la casa adquirida en 1844 por su familia.
Cata flight
Incluye: Breve introducción antes de catar entre 4 y 6 vinos de Bodegas Puelles.
Duración: Según el interés del visitante.
Precio: 8 euros.
Cata completa
Incluye: Introducción, visita a la viña cata de 4-6 vinos con aperitivo riojano.
Duración: 60 minutos.
Precio: 14 euros.
Visita guiada esencial
Incluye: Visita guiada a la viña y la bodega, cata comentada con aperitivo (mínimo 4 pax).
Duración: 120 minutos.
Precio: 20 euros.
Visita guiada especial
Incluye: Visita a la viña, la bodega y los lagares rupestres, cata de 5 vinos y almuerzo con producto local (mínimo 3 pax).
Duración: 180 minutos.
Precio: 45 euros.
De esos viñedos, aproximadamente, el 94% corresponden a la variedad tempranillo, mientras el 6% restante correspondían a graciano, garnacha y mazuelo.
La proximidad del viñedo, permite que cada visita, contemple las cepas que rodean la bodega y casa familiar, y descubra las influencias atlánticas que recibe el clima de la Sonsierra, tan favorable para que los vinos dispongan de la acidez deseada.
Después de conocer el origen del vino, a pie de campo, el enoturista se introduce en la instalación donde se le explica la clasificación clásica (ahora cada vez más en desuso) de los vinos de Rioja en función de su envejecimiento, aunque la aparición de los denominados 'vinos de autor' –en realidad todos lo son– y las variantes introducidas como los vinos de pueblo, vino de viñedo singular... no contribuyen a aclarar las ideas del visitante menos instruido, pese a los esfuerzos de la familia Puelles por dejárselo claro.
La bodega –que abandonó en 1998 la elaboración de vinos de maceración carbónica– utiliza para refrigerar sus depósitos el propio agua que, en tiempos, movió la rueda del molino. Ahora, cuando es necesario, entra en la bodega, cumple su función de enfriar, y vuelve al río nuevamente.
En una siguiente etapa, en la que el visitante acompañará al vino en su proceso de madurez, el mosto ya fermentado pasa a las barricas de roble (francés y americano) en el que cubren su periodo de envejecimiento.
Jesús Puelles recuerda, a modo de anécdota, cómo fueron precisamente las barricas las que contribuyeron a financiar las obras de ampliación y adecuación de nuevos espacios. «Era el año 1988 y el dinero estaba a un interés del 16-17%, por lo que nosotros comenzamos a venderle a la gente el vino por barricas, explicándole que nosotros se lo envejecíamos y luego él lo recibía al final del periodo de envejecimiento, dos años después. Vendimos así, y lo seguimos haciendo, bastantes barricas y en su momento, nos sirvió para financiarnos», explica Jesús, que ya había mostrado sus dotes de comerciante cuando, al inicio de su actividad, se hizo con algunos de los depósitos de acero inoxidable que retiraba Viñedos de Aldeanueva.
Y lo ha seguido demostrando cuando supo ver las posibilidades enoturísticas de su bodega, y fue uno de los pioneros en La Rioja en abrir su instalación a las visitas. Eso le ha permitido poder prescindir de una red comercial para vender sus vinos. Las visitas –que compran directamente en la tienda abierta en la bodega– y el boca a boca han hecho que aunque sus vinos sean demandados en cualquier parte del mundo, él pueda enviarlos saltándose a los habituales intermediarios.
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Además, hace ya unos años, Jesús Puelles y su familia ampliaron el negocio vinícola con otro paralelo de hostelería que complementara la oferta enoturística que se ofrecía desde la bodega. Si en la planta baja de la casa es donde se ubica la bodega, con los calados en el sótano, en el primer piso abrieron hace unos años un pequeño hotel rural de seis exclusivas habitaciones con baño privado, en un recinto que dispone incluso de una pequeña piscina cubierta (que se abre de primavera a otoño) con espectaculares vistas a los viñedos y a la Sonsierra.
Sin embargo, la familia Puelles observó que el alquiler de las habitaciones conducía a una serie de complicaciones que exigía la contratación de personal eventual –solo en caso de ocupación– ajeno a la familia y por ello, no renunciaron a su negocio pero sí cambiaron de fórmula de ofrecerlo. Decidieron alquilar el alojamiento completo, las seis habitaciones a la vez, a pequeños grupos, a modo de casa rural, y esa fórmula ha resultado exitosa porque son muchos los fines de semana que el alojamiento tiene a sus turistas que no sólo quieren disfrutar del vino que ofrece Puelles, sino también de los encantos culturales, paisajísticos y gastronómicos que ofrece Ábalos y su entorno.
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