Una filosofía de vida en la carta

En 1967 los abuelos de Jorge Alonso, quien se ha hecho cargo del restaurante junto a su madre Aurora Somalo y Laura Todoran, abrieron El Sol. Juli y Arsenio ofrecían una cocina muy casera, con callos y orejitas como platos estrella y que hacían las delicias de los fieles parroquianos.

Con el paso de los años fueron sus dos hijos quienes tomaron las riendas del establecimiento, hasta que en 2007 Aurora se quedó con el negocio y mantuvo la misma cocina que sus progenitores, también con emparedados y champiñones que demandaban los clientes entonces.

La inquietud de su hijo Jorge, que cursó sus estudios en la Escuela de Hostelería de Santo Domingo de la Calzada, hizo que en 2013 El Sol empezase a ofrecer pinchos veganos. «Hacíamos media barra vegana y otra media barra no», recuerda Jorge Alonso, que se adentró en el veganismo a través de dos compañeros suyos en Santo Domingo. En 2018, el bar se convirtió en 100% vegano, con leches vegetales para el café, y una carta variada.

Entre las propuestas que ofrecía, shawarmas, un durum enrolladito tipo kebab, pero con carne vegatal, y repostería, que hacía que muchos clientes terminaran en su local la ronda de pinchos. Poco a poco la oferta ha ido evolucionando.

Al apostar por la cocina vegana, Jorge Alonso se encontró con un lienzo en blanco. «Es lo que más me entusiasmó, tenía todo un mundo por descubrir», asegura, a la vez que reconoce que la respuesta que tuvo fue «buena. Empezamos a testear a la gente y nos pedía más, nos iban preguntando por platos que elaborábamos y que quizá ya habíamos dejado de hacer y es lo que nos hizo seguir». Cursos en línea, presenciales (en Barcelona, Bilbao), mucho mirar, probar, adaptar... Pero con las ideas bien claras.

«Para acercar la cocina vegana, pensamos que tenía que ser algo divertido. Una hamburguesa, al final, la reconoces. Son por lo que se nos conoce. A mí me gustan más los shawarmas, es algo más diferente, o el pad thai (plato de pasta con verduras salteadas con salsa de cacahuete, toques cítricos y un poco picante), que es muy contundente», explica Jorge Alonso.

Y ese toque tan especial «para subir la temperatura de los platos y que tengan más sabor» obedece a las especias con las que trabaja y que vende también para el público en general.

Él mismo prepara las mezclas que llevarán posteriormente sus creaciones y las ha nombrado con las ciudades o regiones más representativas de ese tipo de cocina: Bangkok (curry de coco), Toscana (muy Mediterráneo, con tomillo, romero, albahaca y laurel), New York (toques barbacoa) o Goa (mix de especias indias).

Con una propuesta en barra más de picoteo, con patatas bravas, fingers de queso, shiitake rebozada en harina de garbanzos o las patatas de domingo (queso fundido, bacon vegano y cebollita), y la carta en mesa, el colofón perfecto a una comida o cena son los postres.

En Sol Veggie apuestan por que el comensal tenga una experiencia completa y así elaboran su tradicional 'carrot cake', tarta de chocolate con crema de coco, 'snickers cake' –que imita a la chocolatina 'Snickers'– con galleta, crema de cacahuete, chocolate y caramelo o flanes de café y coco. «Vamos innovando, si vemos una 'Red velvet' que nos guste, pues probaremos hasta ver cómo queda haciéndola vegana». Y ahí reside su éxito. «Cuando te apasiona algo, tus ratos libres siguen siendo de investigación».