Cinematografía. 3, 2, 1... ¡Cocción!

Cine y gastronomía ·

Múltiples directores de cine han recurrido, en diferentes escenas de sus películas, a la gastronomía para retratar el hambre, el placer, la tradición cultural, la decadencia social e incluso la muerte

SERGIO CUESTA

Miércoles, 26 de agosto 2020

Auguste Lumiére y su esposa Marguerite desayunan alegremente junto a su hija Andreé. El segundo de los ilustres hermanos inventores del cinematográfo, Louis, graba el momento cotidiano, que es la rutina de cualquiera. Comer como necesidad básica y obligatoria para vivir. Esa escena familiar ('Le repas de bébé', 1895) rememora esos tiempos en los que una imagen en movimiento era un milagro y la proyección de un tren llegando a una estación (La Ciotat) podía provocar el pánico colectivo.

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Durante las primeras décadas del siglo XX, el mundo se fue acostumbrando al séptimo arte y afloró la creatividad de grandes autores. Comer como privilegio, el hambre. El genial Charles Chaplin devoró con desesperación la suela de un zapato –y los cordones como si fuesen espaguetis– en 'La quimera del oro' (1925), una obra maestra del cine. El calzado estaba hecho de regaliz y, debido a la reiteración de tomas, el británico reconoció haber sufrido una indigestión severa. En un tono mucho menos ligero, Luis Buñuel realizó el crudísimo documental 'Las hurdes, tierra sin pan' (1933).

Unas décadas más adelante, el logroñés Rafael Azcona, guionista de referencia en el cine español, redondeó en 'Plácido' (1961) uno de sus mejores libretos junto al brillante Luis García Berlanga. Esta película, cuyo visionado es preceptivo para cualquier cinéfilo, nos traslada a una pequeña ciudad de provincias, donde unas burguesas ociosas organizan la campaña navideña 'Siente a un pobre a su mesa'. Sarcasmo, acidez, crítica y mensajes subversivos disfrazados de humor.

Otro talento desmedido, el epicúreo Alfred Hitchcock, amaba la gastronomía casi tanto como el cine. En sus películas, repletas de simbolismos y subtextos, la comida ha representado diferentes roles. Aparece como pulsión sexual en 'La ventana indiscreta', como amalgama familiar en 'La sombra de una duda', como crítica a la cocina de autor en 'Frenesí' o como trance en 'La soga' y en 'Sospecha'.

El Festival de Málaga suma Cinema Cocina

La 23 edición del Festival de Cine de Málaga (21-30 de agosto) ha incorporado a su programación el I Concurso de Documentales Cinema Cocina (22-29 de agosto), que se convierte así en el primer ciclo gastronómico en la sección oficial de un festival de cine. En el programa, una docena de documentales optan a los premios Biznaga de Plata al mejor largometraje y mejor cortometraje (y a los otorgados por el público). Hoy, estrenan el certamen 'La última cena', de Jesús Javier Ruiz Arteta y Virginia Jönas Urigüen, y 'Oro rojo', de Jesús Sotomayor.

'Constante y el Floridita de Hemingway', de Ramón Vilaró, y 'El sentido del cacao', de Alberto Utrera (mañana), 'Criollo', de Pablo Banchero, y 'La raspa', de Sara Cucala (lunes 24), 'Cocinar belleza', de Sergio Piera, y 'Jin Tian Bu Hui Xia Yu' ('I don't think it is going to rain'), de Adrià Guxens (martes), 'En tensión', de Elena López Plaza, y 'Purity', de Alfred Oliveri (miércoles), 'Darwin se sienta a la mesa', de Arturo Menor, y 'Los últimos de la Mejana, rebeldía y esperanza', de Patxi Uriz Domenzáin (jueves), y 'Bittor Arginzoniz. Vivir en el silencio', de Iñaki Arteta y fuera de concurso, conforman un cartel histórico.

Asimismo, el Festival de Cine de San Sebastián cuenta desde 2011 con Culinary Zinema entre sus propuestas, una sección no competitiva creada en colaboración con el Festival Internacional de Cine de Berlín y organizada junto al Basque Culinary Center, que conjuga propuestas cinematográficas con cenas temáticas.

En 'Fuera de carta' (2008), comedia gamberra dirigida por Nacho G. Velilla, el albeldense Javier Cámara es Maxi, jefe de cocina y dueño de un restaurante de diseño, el Xantarella, que aspira a ganar una estrella Michelin. A esta empresa, que termina por anular su vida personal, dedica todos sus esfuerzos. La película, en la que también participan Lola Dueñas, Fernando Tejero o Chus Lampreave, avanza entre triángulos amorosos, la responsabilidad paternal (e imprevista) del protagonista y el destino de su negocio culinario. Aquí, la gastronomía es el contexto perfecto para la carcajada.

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'El festín de Babette', 'Chocolat', 'Comer, beber, amar', 'Julie and Julia', 'Soul kitchen', 'Un toque de canela', 'La cocinera del presidente', 'Chef', 'El chef. La receta de la felicidad', 'Los sabores del Palacio', 'Deliciosa Martha', 'María Antonieta', 'La Grande Bouffe', 'Bon appétit', 'Pero, ¿quién mata a los grandes chefs?', 'El viaje de Chihiro', 'Mi vecino Totoro' o 'Ratatouille' son algunos de los ejemplos más celebrados del maridaje entre cine y gastronomía, pero las referencias en el séptimo arte son infinitas.

En 'Twin Peaks' (1992), del alegórico David Lynch, el inolvidable Agente Cooper (Kyle MacLachlan) era adicto a la tarta de cerezas que servían en el Double R y, de algún modo, su entusiasmo era contagioso. Las Big Kahuna Burgers –marca inventada, sello de autor– eran las sabrosas hamburguesas que defendía con enorme vehemencia Jules Winnfield (Samuel L. Jackson) en el clásico contemporáneo 'Pulp Fiction' (1994), de Quentin Tarantino. ¿Recuerdan a Clemenza? Uno de los sicarios de los Corleone en 'El padrino' (1972, Francis Ford Coppola) prepara al detalle unos exquisitos espaguettis con albóndigas y salchichas mientras el resto de la familia diseña su estrategia criminal en tiempos convulsos.

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El espectador ni huele ni degusta. En el cine, el disfrute ajeno entra por los ojos, aunque ha habido intentos por ampliar sus horizontes sensoriales. Scentovision (Olorvisión) fue un sistema creado por Hans Laube para liberar olores durante una proyección de cine. Se testó por primera y única vez en 'Scent of Mistery' (1960), con hasta treinta aromas diferentes. Hay películas que invitan a comer (y a beber) y otras que pueden traumatizar la gusa. Por ejemplo, Paul Newman engullendo cincuenta huevos duros en una hora en 'La leyenda del indomable' (1967), de Stuart Rosenberg. El actor, al que no le gustan los huevos, reconoció después no haberse comido ni uno solo. Sobre Brad Pitt, circulan leyendas y un vídeo que aglutina todas las escenas en las que aparece masticando. Y son muchas. En 'Ocean's Eleven' (2001, Steven Soderbergh), su personaje siempre está picando algo. Los prófugos nunca tienen tiempo que perder. Si viajamos al espacio, la alimentación adquiere una nueva dimensión. En 'The Martian' (2015, Ridley Scott), Mark Watney (Matt Damon) queda abandonado en Marte tras un accidente, pero consigue cultivar patatas para sobrevivir.

El riojano Javier Cámara emuló a un prestigioso cocinero en la comedia 'Fuera de carta'

Pocos personajes habrán mostrado a lo largo de la historia del cine una pasión tan sincera por la gastronomía como Hannibal Lecter, el refinado caníbal interpretado por el colosal Anthony Hopkins en 'El silencio de los corderos' (1991, Jonathan Demme): «Me comí su hígado acompañado de habas y un buen Chianti». 'El apartamento' (1960), del inigualable Billy Wilder, es otra obra mayor. Este clásico está lleno de escenas fascinantes, pero la de Jack Lemmon escurriendo espaguetis con una raqueta de tenis es primorosa. No es gastronomía en el sentido estricto –atendiendo a la RAE, al menos–, pero 'Entre copas' (2004, Alexander Payne) es, además de una notable película, un homenaje maravilloso al mundo del vino. Es California, pero podría ser La Rioja. En su momento, Marcos Eguizábal también ejerció de productor de cine en 'Oro fino', (1989, Juan Antonio de la Loma)una película, con el vino como trasfondo, estrenada en Logroño.

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