La buena fama del oro líquido riojano
Alimentación. La experiencia de los 700 olivicultores que ampara la Denominación está detrás de su prestigio nacional e internacional
El oro líquido, ingrediente esencial en la dieta mediterránea, tiene su reconocimiento. Las variedades de aceituna redondilla o redondal, macho o machona, negral, royal o ... royuelo, cornicabra, manzanilla y blanqueta, además de las autóctonas arbequina, empeltre, hojiblanca, arróniz, verdial y picual quedan recogidas bajo la Denominación de Origen Protegida Aceite de La Rioja. Con carácter experimental, además, están aprobadas, igualmente, las variedades arbosana, koroneiki, chiquitita y frantoio.
Un cultivo ancestral que aúna tradición y modernos sistemas de producción y que desde 2004 goza de la protección de calidad por la Unión Europea. Un total de 700 olivicultores reunidos en trece empresas oleícolas –más la almazara experimental en Finca La Grajera que depende del Gobierno de La Rioja– comercializan este aceite bajo más de 70 marcas, que han sabido sacar partido de las condiciones climatológicas y del tipo de suelo de la región para elaborar un aceite muy frutado, con notas aromáticas muy peculiares y ligeramente amargo.
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Amparado desde 2004 bajo la Denominación de Origen Protegida Su cultivo tiene gran arraigo en nuestra comunidad;
La Denominación acoge, además, a una empresa envasadora. Esfuerzo titánico que obtiene resultados y que permite al Aceite de La Rioja posicionarse en mercados nacionales e internacionales, gracias a unas cualidades que le confieren la diferenciación con otros óleos y que le convierten en un alimento muy apreciado que no puede faltar en los hogares y que es indispensable en la dieta mediterránea.
El cultivo de la oliva ha tenido gran arraigo en la región, donde destaca la calidad de sus cosechas
Este aceite de oliva virgen extra, de color verde intenso y transparente, presenta muy baja acidez (menor o igual a 0,8 grados), fruto de la elevada humedad, bajas temperaturas, así como unas técnicas de cultivo y de recolección que se vienen empleando desde antaño en la zona geográfica delimitada bajo esta distinción de calidad.
Una calidad certificada gracias a los estrictos controles a los que se somete el aceite, desde el campo hasta su posterior comercialización y que avalan su origen.
Tradición oleíca
Anualmente las 1.258 hectáreas amparadas por el sello DOP Aceite de La Rioja producen una media de 500.000 litros, que gozan del prestigio nacional e internacional, además de haber recibido premios que ponen en valor su calidad.
La tradición oleícola de la comunidad se remonta a la época de los romanos. No en vano, se debe a ellos el tipo de prensa que se utilizaba de manera generalizada hasta hace dos siglos. El cultivo del olivo tiene gran arraigo en la comunidad, sobre todo en Rioja Media y los valles del Cidacos y del Alhama, donde se producen cosechas sin parangón, que están contribuyendo no solo a fijar población, sino también al desarrollo rural. Una apuesta decidida por potenciar el consumo de productos de kilómetro cero.
El Aceite de La Rioja no solo se caracteriza por su buen sabor, sino que aporta efectos beneficiosos para la salud, ya que presenta niveles de ácido oleico superiores a otros aceites.
La DOP, asimismo, engloba aceites con matices muy diferentes que les confieren las distintas variedades con las que se elaboran, bien combinadas (coupage de aceitunas autóctonas), bien como monovarietales.
La Denominación vela, también, por implantar técnicas ecológicas en la elaboración de sus aceites con el objetivo de ser más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. De ahí que muchas de sus marcas estén acogidas a la Agricultura Ecológica.
Todo ello pone en relieve a un sector que afronta con optimismo el futuro y que apuesta férreamente por este alimento y lo defiende para que siga siendo un elemento imprescindible de la dieta mediterránea.
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