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Bilbaínas. Una bodega riojana de origen bordelésEl origen de Bodegas Bilbaínas no apunta a la capital vizcaína, sino a 1859 y a Burdeos (concretamente en la casa bordelesa Sauvignon Frères que ... llegó a La Rioja huyendo de la filoxera), aunque en el año 1901 cuando las compra la familia Ugarte, se bautizan con el nombre de Bodegas Bilbaínas de Bilbao.
Su desarrollo está íntimamente ligado al ferrocarril que recogía las tinas de vino que se elaboraba y fermentaba en Haro para trasladarlo a Bilbao, y seguidamente a Francia.
Raíces
Incluye: Visita a las diferentes zonas de la bodega y cata de tres vinos de la firma, acompañados de queso y galletas saladas.
Precio: 30 euros
Duración: 90 minutos
Tiempos
Incluye: Visita a las diferentes zonas de la bodega, estableciendo conexiones y paralelismos con momentos históricos relevantes, cata de 4 vinos de edición limitada de Bodegas Bilbaínas, con quesos y regañás.
Precio: 35 euros
Duración: 90 minutos
Presige
Concepto: Visitas a todos los espacios de la bodega. Durante todo el recorrido, se degustarán los vinos: Maturana blanco, Viña Pomal Gran Reserva, Zaco Viñedo Singular
Precio: 45 euros
Duración: 120 minutos
Reservas
Visitas generales: Web Bodegas Bilbaínas. Pestaña Enoturismo
Otras experiencias: Para la visita familiar, la visita al viñedo en quad, Catas flight... es necesario ponerse en contacto con la bodega a través del correo electrónico: reservas@bodegasbilbainas.com
Más info: https://www.15bodegas.com/bodegas-bilbainas
En 1901, Santiago Ugarte –en nombre de varios empresarios– compra la bodega por el equivalente actual a 480 euros (80.000 de las antiguas pesetas) aunque la firma ya está impregnada con las nuevas corrientes llegadas de Francia.
La bodega actualmente constituye una de las grandes joyas del Barrio de la Estación de Haro y puede presumir de ser la embotelladora más antigua de La Rioja. Con un gran jardín, consta de varios edificios y de una red de calados de 3.400 metros cuadrados que se abren a un único lado de un pasillo central (imitando la estructura de un peine) y en el que se abren salas tanto para la crianza del vino tinto en barricas como para los durmientes del cava, que se comenzó a hacer en la bodega en 1921, costumbre que ha perdurado hasta 2019, cuando se pasó a elaborar espumoso de Rioja.
Y es que Bilbaínas no sólo elaboró vinos tintos (su marca más reconocida es Viña Pomal, nacida en 1904 aunque no sale a la venta hasta 1908), elaboró cavas –fue la segunda bodega en elaborar este vino bajo el amparo de esa denominación– y también elaboró el cognac (después tuvo que ser denominado brandy) Imperator.
El visitante, cuando se acerca hasta Bilbaínas, descubre una bodega que abre sus puertas a la actual estación de ferrocarril de Haro y que invita a recorrer el tránsito de la uva hasta convertirse en vino, atravesando el legado del tiempo por estancias afrancesadas.
La bodega se nutre de las uvas (que llegan en cajas a la mesa de selección) y que son proporcionadas por las 225 hectáreas de viñedo propio, todo él ubicado en Haro y que dan lugar a vinos como Viña Pomal, La Vicalanda, Ederra...
También visitará la bodega francesa, germen de la actual Bilbaínas, ahora ya en desuso y conservada sólo como museo, atesora las tinas que presentan la peculiaridad de no ser de roble (la madera más habitual, bien francesa, americana o incluso de la Europa del Este) sino de castaños de indias procedentes del propio jardín de la bodega, donde conviven –entre otros– con espectaculares secuoyas.
El enoturista se adentrará en La Central (espacio habilitado para las actuales oficinas) en lo que fue el edificio bodega levantado por Santiago Ugarte y sus socios, cuando compraron la compañía en 1901.
Y después recorrerá los calados, la sala de barricas y también la sala Santiago Ugarte, donde se elaboran los vinos de más alta gama de los que embotella Bodegas Bilbaínas.
En total, la compañía cuenta con un parque que oscila entre las 19.000 y las 22.000 barricas. De ellas, casi todas las de roble americano se reservan para el icónico Viña Pomal, mientras que el roble francés se utiliza en el resto de los vinos, en los que se busca preservar el carácter más afrutado y floral.
Además, en su paseo, el visitante observará el hormigón donde Mayte Calvo de la Banda, la enóloga de Bilbaínas, aloja el vino La Vicuana en su proceso de elaboración; o los fudres de entre 1.200 y 3.000 litros en los que envejece algunos de los vinos de corte más moderno de la bodega.
Desde 1998, Bodegas Bilbaínas forma parte del grupo Codorniú-Raventós pero el espíritu fundacional de la bodega de Santiago Ugarte se mantiene bajo la propiedad del grupo catalán.
Bodegas Bilbaínas apuesta por vinos elaborados, a veces en forma de monovarietales, con variedades como el tempranillo blanco, la maturana blanca, el granciano, la garnacha tinta o el tempranillo... pero siempre con un fuerte arraigo a la tierra. En algunos casos, como sus vinos de más alta gama proceden de parcelas seleccionadas, con producciones acotadas, como ocurre en el caso del Zaco, Vicuana o Alto de la Caseta.
La bodega controla minuciosamente la producción de cada una de sus 4,5 millones de botellas que pone a la venta anualmente. Desde la entrada de la uva, siempre de viñedos propios, hasta el embotellado –en la propiedad–, Bilbaínas cuida de sus vinos para que alcance los mismos estándares de calidad que le han caracterizado a lo largo de más de un siglo de vida.
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