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EL SHOW DE OUBIÑA

OSKAR BELATEGUI

Jueves, 15 de noviembre 2018, 00:38

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Cuenta Manuel Jabois una anécdota reciente que describe a la perfección la personalidad de Laureano Oubiña. El narcotraficante se lamentaba de su precariedad económica con un editor durante una comida y aceptó que este se hiciera cargo de la factura. Eso sí, la propina corría de su cuenta, así que sacó un fajo de billetes atados con una goma y arrojó uno de cincuenta euros sobre la mesa. Oubiña se muestra igual de jactancioso y fantasma en 'Yo fui un narco', el documental de dos capítulos que Discovery Max ha dedicado a su mayor gloria. Sin embargo, no hay ningún peligro de que el resultado final sea un lavado de cara de su protagonista, que se retrata a sí mismo a través de sus palabras.

«He pasado 22 años en prisión y estado en 42 cárceles. Y no he matado a nadie», proclama el narcotraficante. Oubiña relata que nació en una Galicia pobre y violenta, en un Cambados cercano a las novelas de Mario Puzo. Fue un niño maltratado que de adulto se reconoce mal marido y peor padre -no se habla con ninguno de sus seis hijos-, enamorado hasta las cachas de su segunda mujer, la que le llevaba las cuentas. Su intento de humanizarse y exculpar su actividad criminal fracasa con las fugas soeces y procaces que salpican su relato. Como cuando se señala la entrepierna como metáfora de su poder en el narco o al explicar que él no dilapidaba el dinero en puticlubs como otros: «Pero follar, follaba, ¿eh?».

Los villanos reales no son como en la ficción. Los mafiosos verdaderos imitan los modos de los Corleone de Coppola para imbuirse de un glamour del que carecen. Por eso si alguien esperaba que Laureano Oubiña fuese un tipo fascinante habrá sufrido una decepción al descubrir a un patán peligroso, que desgrana lugares comunes como que todas las grandes fortunas proceden de actividades ilegales. El género de 'true crime' o documental de investigación con elementos de ficción se reveló apasionante a la hora de hablar del crimen de la niña Asunta Basterra y de José Rabadán, el 'asesino de la catana'. Para el segundo capítulo se anuncia la presencia de otro personaje poco fiable: el narco arrepentido y testigo del 'caso Nécora' Ricardo Portabales.

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