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CHEFS Y VIPS

OSKAR BELATEGUI

Jueves, 13 de septiembre 2018, 00:50

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La tercera temporada de 'Masterchef Celebrity' reunía el pasado domingo a 3 millones de espectadores. El estatus estelar de algunos de sus concursantes presagia que la sangre no llegará al río, aunque nunca se sabe. De momento, Antonia Dell'Atte adelanta que demandará a sus compañeros «por acoso». El anuncio lo hace en la portada de 'Lecturas', la revista que ha salvado sus cuentas aparcando el corazón blanco y convirtiéndose en portavoz oficial de la telebasura. «Lo he pasado muy mal», asegura la brava italiana, que tiene ante sí la oportunidad de reflotar su popularidad. Lo más doloroso de esta nueva entrega de cocinillas famosos ha sido, sin duda, la presencia de Paz Vega; por otro lado, un acierto de su representante, que no ha sabido escoger para la actriz ninguna película de fuste al otro lado del Atlántico. Lo mejor del programa fue el entusiasmo de Boris Izaguirre, perfecto conocedor de su papel de showman que dinamiza y da espectáculo.

'Masterchef Celebrity' es un reality tolerable para una televisión pública, aunque no se aprenda nada de cocina y sí mucho de las bajas pasiones humanas. La carnaza llega esta noche en Telecinco -dónde si no- con la apertura de la casa de 'Gran Hermano VIP' en su sexta edición. La combinación de friquis, juguetes rotos y habituales de 'Sálvame' se depura año tras año. Para ser 'trending topic' hay que destacar en algo, generar más mal rollo que nadie. Ángel Garó, El Koala, Aramis Fuster y Makoke lo tendrán difícil para eclipsar la barriga de Verdeliss, youtuber que tiene el dudoso honor de ser la primera embarazada que acepta entrar en la casa. Las primeras discusiones las tendrán por sus desiguales salarios, que oscilan entre los 20.000 euros a la semana de Chabelita y los 3.000 del menos conocido.

El llorado Vicente Verdú comparaba 'Gran Hermano' con 'La rosa púrpura del Cairo'; como en aquella maravillosa cinta de Woody Allen, «no es tanto el ensueño del espectador quien se filtra en el filme como la misma cinta quien se enreda en la vida». El peligro radica en que estos simulacros de vida sean vistos no como un inofensivo vodevil, sino como un modelo a imitar. La prueba de que en esta vida solo triunfa el más hijo de perra.

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