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ACABAR CON DIANA

ROSA BELMONTE

Sábado, 9 de septiembre 2017, 00:21

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¿Se habrá acabado ya? Lo de Diana. Porque ya estoy a punto de soltar lo que esa espectadora a la que llamó David Valldeperas en 'Sálvame' y dijo «diga» en lugar del rollo de Telecinco. «Oh, acabas de perder 40.000 euros». Y la pobre señora: «¡Me cago en la puta madre que parió a Satanás!». Qué menos. Pues con la pelma de Diana y sus palmeros, lo mismo. A La 1 le salió muy bien dedicar la noche de jueves al aniversario de la princesa muerta. Tanto con el documental 'Diana, nuestra madre' como con el especial 'Amigas y conocidas', donde estaba enmarcada tanto esa pieza como la emisión posterior de 'La reina'. 15,1% de cuota, 14,7% y 12,2%. En #0 también tenían monotema. En la hora más noble, el documental 'Diana. La muerte que conmocionó al mundo', mucho mejor que el lacrimógeno de La 1 con los niños. Con Tanya Gold aportando un poco de cordura. La misma que puso Hilary Mantel, autora de 'En la corte del lobo' (Wolf Hall), en un reciente artículo en 'The Guardian'. Pero claro que todo está a años luz de 'La reina' (2006), la película de Stephen Frears escrita por Peter Morgan, creador y también autor de la serie 'The Crown'. La película es como 'La guerra de las galaxias'. Años después llegaría lo que pasa antes en las vidas de esa gente.

La cinta protagonizada por Helen Mirren no deja a la vista la rigidez de la monarquía británica (tan perpleja como cualquiera frente a la pornografía sentimental y el momento seminal del peluchismo) sino lo tontaco que era Tony Blair, el Justin Trudeau de entonces. En el documental de #0 salía una integrante del equipo de Downing Street, el que organizó con los Windsor el funeral y todo lo que vino después de la muerte de Diana. Hablaba de aquellos días como Charlie de la fábrica de chocolate.

Lo más interesante, quizá por poco trillado, fue el relato de uno de los guardias galeses que portaron el féretro de más de 300 kilos por la abadía de Westminster. Dice que era una pista de patinaje porque llevaban botas de clavos y temían irse al suelo con la princesa y todo el pueblo. Eso sí habría sido digno de recordar.

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