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Precoz. «Empecé a trabajar a los 12 años, al morir mi padre». :: a. E.
«Mi tío era la presidenta de Maricas Unidas Argentinas»

«Mi tío era la presidenta de Maricas Unidas Argentinas»

A partir del martes protagoniza en Bilbao 'El padre', una 'farsa trágica' del dramaturgo francés Florian Zeller sobre un enfermo de alzhéimer

ISABEL URRUTIA CABRERA

Sábado, 10 de junio 2017, 19:25

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Tiene 86 años y, a los doce, ya estaba trabajando. Fue dependiente de farmacia, aprendiz de herrero, obrero textil, pintor de brocha gorda... «Como hijo pequeño de una viuda, era lo que me tocaba hacer para mantener a mi madre. ¡Pero no se crea! Soy un holgazán. Toda la vida me he considerado un vago», se fustiga Héctor Alterio (Buenos Aires, 1929), en conversación telefónica desde su casa de Madrid, donde está repasando los diálogos de 'El padre', del dramaturgo francés Florian Zeller. A partir del martes y hasta el sábado, se le podrá admirar en el Teatro Arriaga de Bilbao como protagonista de esta 'farsa trágica' sobre un enfermo de alzhéimer, con ritmo de thriller y mucha ternura.

¿Ha superado el sonambulismo de una vez por todas?

¿Se imagina que todavía lo fuera? No, no... O igual sí. Quizás voy por la vida soñando, con los ojos abiertos. Pero espero no salir a la calle en calzoncillos por la noche. Eso me pasaba de niño y mi madre, la pobre, lo pasaba muy mal.

Usted era muy miedoso.

No sabe hasta qué punto. De jovencito y de mayor. Yo era un tipo muy apegado a las cosas cercanas. Mi barrio, mi gente, mi país...

Hasta que lo amenazaron de muerte.

Me cambió la vida. Me dijeron que estaba en la lista negra de la Triple A, un grupo ultraderechista de Argentina.

¿Dónde se encontraba cuando le avisaron?

En el Festival de San Sebastián. Era septiembre de 1974 y yo me sentía tan, tan feliz... ¡Mi primer viaje a Europa! ¡Me querían! ¡Me respetaban! Tenía 45 años y todo parecía salir bien. Hasta que me llamaron para decirme que no podía volver a mi país. Un horror. Tuve que traerme a mi mujer y mis dos hijos, que tenían cuatro años y ocho meses. Pasé muchas necesidades. Pero no quiero.... Aquello ya pasó...

¿Sabe que hay chavales argentinos que piensan que la Triple A es una vacuna?

Lo sé, lo sé.

¿Tiene fe en el futuro?

Por supuesto. Sobre todo en mi nieta Lola, la hija de Ernesto. Me da vida y alegría. La adoro. Es una niña con mucho talento para la música.

Igual que usted.

Pero yo no pude seguir estudiando porque tuve que ponerme a trabajar. No pasé de cantar napolitanas con mi hermano Mario, que tenía una voz preciosa de tenor. La sangre italiana tira mucho.

¿Llegó a ver en directo a Gardel?

Noooo, yo era muy pequeño cuando murió, en 1935. Pero sí que me hice un sombrero de papel para hacer una reverencia al féretro. Lo vi pasar y me subí a una pared para rendirle mis respetos. Yo tenía seis años.

Ya era un poquito teatrero, ¿eh?

Puede ser. Pero Gardel se lo merecía. Eso y más.

Por cierto, ¿tiene usted parentesco con el histórico portero Eduardo Alterio?

¡Era mi tío! Empezó jugando en mi equipo de toda la vida, el Chacarita Juniors de Buenos Aires, fundado a principios del siglo XX por un grupo de socialistas.

Su otro tío, 'La sirenita', también era todo un personaje.

Sí, pero yo no le llamaba 'tío'. Era mi 'tía' a todos los efectos. Tenía el cargo de presidenta de la M. U. A. (Maricas Unidas Argentinas). Un ser fabuloso y entrañable. Se reunía con las demás en un bar, el San Martín, que era apto para todo el público. Mi barrio era muy especial.

¿Sigue celebrando dos veces la Nochevieja, con el horario español y el argentino?

No, ya no es como antes, cuando buscaba prensa argentina y lloraba de emoción aunque las noticias tuvieran un retraso de semanas. Ahora, con Internet, no hay distancias.

Para terminar, lo más delicado.

Diga.

¿Cómo es posible que sea del Madrid con Messi en el Barça?

Aaah. Yo fui del Barça, sí, nada más empezar a vivir en España. Me habían dicho que el Madrid era el equipo de Franco y tal. Pero luego, en 1984, llegó Valdano y... me hice merengue. Con locura y hasta hoy.

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