Séptimo conde de Polentinos: noble, intelectual, fotógrafo y excursionista por todo el país
Con treinta años, aprovechando una visita de Alfonso XIII, Aurelio de Colmenares recorrió Logroño y La Rioja Alta con su estereoscópica
Aurelio de Colmenares y Orgaz (Madrid, 1873-1947), séptimo conde de Polentinos, fue un destacado fotógrafo, uno de los pioneros, autor de unas diez ... mil placas de vidrio estereoscópicas por toda España durante las tres primeras décadas del siglo XX.
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Heredó el título a los diecinueve años y dedicó su vida a sus inquietudes intelectuales. Licenciado en Filosofía y Letras, una de sus pasiones fue el estudio de la historia, fundamentalmente la de su ciudad natal. Obtuvo por ello en 1943 el título de cronista de la Villa y, en 1948, el Ayuntamiento publicó una antología de sus obras reunidas como 'Investigaciones madrileñas'.
Desde joven perteneció a diversas asociaciones culturales, como la Sociedad Española de Amigos del Arte, la Sociedad de Escritores y Artistas y la Española de Excursiones. Y fue, además, académico correspondiente de la Real de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.
Pero si ha pasado a la historia ha sido principalmente por otra de sus pasiones, la fotografía. Como complemento a sus viajes por el país, obtuvo infinidad de imágenes, muchas de ellas estereoscópicas, una técnica muy popular en su tiempo.
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El archivo Conde de Polentinos, formado por unas diez mil placas de vidrio, fue cedido al Ministerio de Cultura por su heredero, Ignacio de Colmenares Gómez-Acebo, conde de las Posadas. Actualmente se encuentra custodiado por el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) y puede verse en su fototeca digitalizada.
Con treinta años, coincidiendo con la visita de Alfonso XIII a Logroño en 1903, Polentinos viajó a la capital riojana y fotografió la ciudad con una actividad inusual, engalanada con arcos festivos y tribunas, como la de las 'Operarias de la Tabacalera'. Además documentó sus otras excursiones por diversas zonas de La Rioja con un interés entre turístico, etnográfico y artístico. En la zona de Ezcaray inmortalizó a los lugareños de las aldeas sorprendidos por tan elegantes visitas. En Haro retrató a los alpargateros en plena faena. Y, a la vista está, repasó con deleite lo mejor del patrimonio histórico de Santo Domingo, Nájera, San Vicente, Ábalos o San Millán.
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