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La escritora Almudena Grandes. :: l.r.
«La regla de la historia  es la verdad; la regla de la literatura, la verosimilitud»

«La regla de la historia es la verdad; la regla de la literatura, la verosimilitud»

Los seguidores de Almudena Grandes tienen hoy una cita con la autora y con 'Los pacientes del doctor García' en la librería Santos Ochoa de Calvo Sotelo a las 19.30 horasAlmudena Grandes Escritora

ESTÍBALIZ ESPINOSA

LOGROÑO.

Lunes, 18 de diciembre 2017, 23:47

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Almudena Grandes (Madrid, 1960) llega hoy a Logroño con la cuarta entrega de sus 'Episodios de una Guerra Interminable'. Concretamente con 'Los pacientes del doctor García', una novela precedida de 'Inés y la alegría', 'El lector de Julio Verne' y 'Las tres bodas de Manolita', y donde la autora aborda, entre otras muchas historias que subyacen a la Guerra Civil y la posguerra, la Red Stauffer, una trama de evasión de criminales nazis que funcionaba desde Madrid. Uno de tantos capítulos de nuestra historia solapados y sobre los que Grandes hace memoria.

-Su fascinación por Clara Stauffer, al frente de la Red Stauffer, le llevó a escribir esta novela. ¿Cómo dio con Clara?

-En el libro 'La guarida del lobo' del periodista madrileño Javier Juárez, que se publicó en el 2016. Lo primero que me fascinó de ella fue su casa, su dirección (en la madrileña calle Galileo), muy cerca de donde vivo y por donde he pasado muchísimas veces. Me pareció increíble que tan cerca de mi casa pudiera existir algo así. Ella, además, es fascinante porque es un personaje lleno de matices, de dobleces -española y alemana, nazi y falangista-; su episodio como deportista me llamó mucho la atención y todas sus contradicciones.

-¿Qué sensación le produce hoy pasar ante el número 14 de la calle Galileo?

-He hecho varias entrevista allí, así que se ha vuelto como más familiar, ha perdido un poco la sacralización y la magia que tenía.

-¿Por qué aún hoy somos reticentes a hablar de hechos históricos, como esta red, e incluso de la propia Guerra Civil?

-No se trata de reticencias. A menudo las historias que cuento en esta serie no se saben porque no convenía a las partes en conflicto. De la Red Stauffer no se ha hablado porque al franquismo no le interesaba comentar que en su territorio había una red de este carácter y a los aliados no les interesaba que se supiera que habían mirado hacia otro lado. Cuando los intereses de actores enemigos entre sí coinciden, entonces pasan estas cosas.

-Si hubiéramos aireado, reconocido y normalizado nuestra historia, ¿qué nos estaríamos ahorrando ahora?

-Muchísimo. La fragilidad congénita de nuestro Estado y probablemente esta situación tan rara en la que vive la sociedad española y en la que España en sí misma es un problema para muchos millones de españoles que consideran que España es una idea de derechas, que es como la pulserita de los fachas y, sin embargo, no tendrán otro país. Nos habríamos ahorrado la apropiación por parte de la derecha de los símbolos nacionales y del concepto de país, ya que ha actuado como si este país fuera suyo porque lo hubiera heredado. Y la izquierda parece que le diera la razón porque, cuando llegan al poder, se acomplejan y actúan como si estuvieran realquilados. Probablemente nos hubiéramos ahorrado gran parte de las tensiones territoriales y de otra índole que hay en España ahora mismo, y no quiero hablar de Cataluña porque es muy evidente. El hecho de que los independentistas se atrevan a hablar de franquismo y utilizar palabras como república, exilio y presos políticos con esa facilidad en el mundo entero tiene que ver con la ausencia de una política pública de la memoria en España y con el hecho de que España tiene un problema con los españoles. Y todo eso viene de la Transición; de que no se supo contar con el impacto del cambio de régimen sobre la identidad nacional.

-¿Y aún se puede enmendar?

-Si no se puede enmendar, ya podemos tirarnos por una peña porque no hay alternativa. Yo soy española y nunca podré ser otra cosa, luego claro que me importa y claro que se puede enmendar; no se puede, se debe, se ha convertido en una tarea ineludible.

-Volviendo a su novela, ¿diría que 'Los pacientes del doctor García' tiene más de thriller de espías o de novela histórica?

-Es una novela difícil de clasificar en un género concreto porque el núcleo central de la novela es una trama de espías, pero también es una novela política, una novela sobre la vida cotidiana en la posguerra, sobre la identidad, sobre los disfraces, sobre la suplantación... y es una historia de supervivientes porque son los personajes que me interesan. Es muy difícil de encajar en una etiqueta concreta, y no sé si es bueno o malo, pero a mí no me molesta.

-Es una novela de ficción a partir de hechos y de personajes reales. ¿Cómo se relacionan y conviven ficción y realidad durante el proceso creativo de sus obras?

-Creo que para escribir una novela de ficción basada en un hecho histórico hace falta alcanzar un equilibrio muy especial entre la libertad del creador y la lealtad a la verdad. Todos los creadores tienen que sentirse libres para levantar un mundo completo, o no es posible escribir nada bueno. Y sin embargo, cuando trabajas sobre un hecho histórico concreto es fundamental también ser leal a la realidad histórica, y digo leal y no fiel. La regla de la historia es la verdad pero la regla de la literatura es la verosimilitud. Cuando me apropio de un personaje real intento no manipularlo, intento que haga y diga lo que hubiera hecho o dicho en el contexto que me estoy inventando.

-Este es el cuarto volumen de su serie 'Episodios de una guerra interminable', de los que restan dos libros más. ¿Los escribe con vocación galdosiana?

-Siempre he reconocido que el modelo que sigo es el de Galdós. Cuando vi que tenía material para escribir seis novelas que me iban a permitir contar 25 años de la dictadura franquista, el arco temporal de la serie, me di cuenta de que había un modelo transitable perfectamente y eran los 'Episodios Nacionales'. Mis últimas novelas están escritas adoptando el modelo de Galdós, que es el mismo que adoptó Max Aub a mediados del siglo XX para contar también la Guerra Civil. Estoy siguiendo esa tradición y para mí es un privilegio, y ojalá pudiera hacer algo comparable a lo que hizo Galdós, que es una proeza descomunal.

-¿ Cómo se planifica un serie tan compleja y a tan largo plazo?

-A la gente le parece raro, pero a mí no. Yo he vivido esta serie como un privilegio y un regalo. Primero, por la posibilidad de planificar y ahorrarme la angustia máxima de los escritores que es: ¿qué escribiré a continuación? Y además me permite satisfacer varios impulsos a la vez: el impulso literario, ya que esta serie es un filón de personajes y tramas de la historia reciente de España que no se han contado, y el impulso moral, una manera de agradecer el trabajo de la resistencia antifranquista, y que no ha reconocido el propio Estado español.

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