Mientras no pueda vivir de la pintura, seguiré siendo confitero», dice José Ignacio Casis, con una sonrisa que no logra encubrir cierto desencanto y un ... rictus de ironía que dejó atrás la amargura. Y sin aflicción, porque sabe los malos tiempos que, localmente, corren para la pintura, y porque los varios premios que ha obtenido en los concursos de pintura rápida le refuerzan anímicamente.
Formado en la Escuela de Artes y Oficios, es uno de los paisajistas riojanos más notables de esta hora. Afirmación que podrían avalar los distintos jurados que han premiado sus obras en esos concursos, que le sirven de puesta al día al ver cómo operan sus competidores, de motivación y de pique.
Es natural que como larderano le hayan invitado a exponer en su pueblo, después de haberlo hecho en varias capitales. La muestra que ofrece en la renovada Casa de Cultura, que también se inauguró con una exposición suya, puede verse hasta septiembre. Merece la pena, pues, llegarse hasta Lardero para contemplar un cuantioso número de obras, casi todas pintadas con acrílico, repartidas en varias salas. Paisajes y rincones urbanos de La Rioja, Navarra y otras localidades donde se convocaron los precitados concursos. Viejos edificios –con los desconchones y caliches del tiempo, muchos de los cuales serán, sin tardanza, bocado del bulldozer– que tantos apegos despiertan en los lugareños e impacto estético en los forasteros sensibles, por imaginarlos escenarios de historias que van de lo trivial a lo inverosímil. Ruidosos otrora de jadeos o gritos, y ahora soportando el casi inaudible cri-cri de la carcoma, nos despiertan la ternura de lo destinado a desaparecer. Aunque al lado de la sequedad mortecina de los vetustos edificios suele pintar alguna persona o planta jugosa; poner vida. Y tras los paisajes aplacientes, casi siempre algún entrañable y evocador edificio, iglesia o ermita en lontananza.
Algunas obras que no fueron premiadas en los concursos –por no disponer el artista de tiempo para el remate, gustos del jurado, la calidad de los competidores, etc.– volvieron al estudio, y en él, madurado el fallo o calibrado el inacabado, fueron completadas. Así adquirieron quilataje y la conformidad del autor. Otras obras fueron pintadas calmosamente, ex profeso para esta exposición, y no precisan literatura explicativa, sino imaginación para figurarse lo que en esos paisajes y edificios aconteció.
A decir de los representantes de grandes salas como Christie's y Sotheby's, tras la pandemia el mercado del arte (excelente refugio para el dinero) ha exacerbado el apetito de belleza, sobre todo la representada por los maestros del impresionismo. Y en ese 'ismo' es en el que labora Casis desde muchacho, con invariantes características, personalísima paleta y maduración evidente.
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