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Anatxu Zabalbeascoa. :: L.R.
«No podemos seguir produciendo, tenemos que empezar a reinventar»

«No podemos seguir produciendo, tenemos que empezar a reinventar»

Lleva más de veinte años hablando de diseño y arquitectura a través de las páginas y la web de El País. Hoy lo hará en la Esdir, en la apertura del nuevo curso académico Anatxu Zabalbeascoa Periodista e historiadora del Arte

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Miércoles, 27 de septiembre 2017, 10:10

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«El mejor diseño es funcional y -como dice Miguel Milá- acompaña y no molesta». Anatxu Zabalbeascoa (Barcelona, 1966) echa mano de las palabras del veterano diseñador catalán para referirse a un ámbito -el del diseño y la arquitectura- que domina y entiende íntimamente ligado a nuestra sociedad y nuestras vidas.

-¿Cree que entendemos bien el diseño y su función?

-Ha habido épocas en las que lo hemos confundido con el sobrediseño o con las tendencias, el marketing... El diseño vivió antes que la arquitectura una crisis de redefinición y, aunque se trata de un momento difícil, es bueno porque hace de filtro y obliga a plantearse para qué sirve. Y, en ese sentido, el diseño sirve para un montón de cosas: para diferenciar productos, para mejorarlos, para detectar necesidades, relacionar ámbitos... Por ejemplo, hoy un diseñador industrial no puede ir a su estudio pensando en hacer una silla más; tiene que pensar en hacer algo que no existe, que mejore la vida de los demás, que relacione o que recicle lo que ya existe. No basta con añadir algo más, esto va en contra de la tendencia de la sociedad; no podemos seguir produciendo, tenemos que empezar a reinventar.

«La artesanía es una riqueza todavía por descubrir en sí misma y en relación con el diseño»

«El futuro no siempre está delante, hay veces que está detrás y hay que saber verlo»

-¿El diseño industrial sigue siendo una asignatura pendiente?

-Creo que el diseño ha cuajado bastante en España, y no hay más que ver los supermercados -que dan una buena medida de la sociedad y las demandas sociales a nivel de consumo- y la pinta de sus productos. Antes de que hubiera industria en España ya había diseñadores industriales, lo que ha faltado ha sido convencimiento y reconocimiento. Por ejemplo, Miguel Milá es un diseñador de sobra conocido y está viviendo una época de plenitud a sus 85 años. De hecho, le están pidiendo de Dinamarca, el país del diseño por excelencia en el siglo XX, trabajos que tiene fuera de producción o que no llegaron a producirse. El propio Milá y otros diseñadores habrían sido más relevantes en una sociedad que les hubiera prestado más atención.

-¿Por qué no se les tuvo en cuenta?

-En España se empezó a hablar del diseño de manera demasiado frívola y asociada a movimientos temporales (la 'Movida' de Madrid, el diseño preolímpico y olímpico de Barcelona, etc.) y en realidad el buen diseño no tiene fecha, es atemporal. También es cierto que un buen diseñador logra hacer en su vida uno, dos o tres magníficos diseños. Esto me hace pensar en el mundo de la artesanía, que vive actualmente una situación muy parecida a la que vivía el diseño industrial. En nuestro país hay artesanos fantásticos, y hablo de artesanos con condición artística, que se conocen entre ellos pero socialmente no les damos la importancia que tienen. Y hoy en día una parte muy importante del diseño del producto va por ahí, por la fusión entre lo industrial y lo artesanal.

-La artesanía sería entonces un motor del nuevo diseño.

-Yo diría que es una riqueza todavía por descubrir en sí misma y en combinación con el diseño. Ahora somos un país industrializado y no necesitamos que las cosas parezcan modernas, ahora buscamos la memoria, la mano del artesano.

-Usted ha venido a Logroño en diversas ocasiones (como en las últimas jornadas de Patrimonio del COAR). ¿Qué cree que funciona y qué no en nuestra ciudad desde el punto de vista arquitectónico?

-No puedo juzgar algo que no conozco a fondo. Grosso modo puedo decir que sí funciona la peatonalización de la ciudad, pero esto siempre ha funcionado. En España tenemos muchas cosas que al final son una vía de futuro, como recuperar el espacio público o el uso de la bicicleta. Esto último parece una receta de futuro pero si vas a la India o a China es el día a día, aunque es visto como algo que no les deja avanzar, y es mentira. El futuro no siempre está delante, hay veces que está detrás y hay que saber verlo.

-¿Existen las arquitecturas modélicas?

-Sí, sin duda. Hay arquitecturas y tradiciones arquitectónicas anónimas modélicas. Renzo Piano (autor del Centro Botín) siempre dice que no hay campesino que se equivoque a la hora de ubicar su casa, y esto es modélico. La orientación, el uso de los árboles alrededor de la vivienda, etc. son decisiones no sólo modélicas sino sostenibles, de sentido común, económicas... y se pueden aplicar a las ciudades.

-Sus cuentos sobre Valentina (en París, Madrid, Nueva York...) acercan de alguna manera la arquitectura a los más pequeños. ¿Deberíamos tener una educación más próxima al diseño, la arquitectura, a nuestro entorno?

-Sin lugar a dudas. Es como la educación musical, tenerla te amplía la mente. Y una educación arquitectónica te ayuda desde a elegir tu casa hasta organizarla, valorar sus componentes o los de una ciudad, y desde ese punto de vista te permite disfrutar más y te hace más independiente porque ese conocimiento te ayuda a tomar decisiones.

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