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«Esto va del payaso que tiene que hacer reír aun con el alma rota»

«Esto va del payaso que tiene que hacer reír aun con el alma rota»

Alfredo Tobía | Autor y director ·

El creador riojano mezcla clown y flamenco, «dos artes tragicómicas y de carromato»

J.S.

LOGROÑO.

Viernes, 11 de octubre 2019, 07:54

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Fotografía, teatro, circo, cine o televisión son algunos de los muchos palos que toca este creador enamorado de la comedia dell'arte y de los personajes excéntricos. «Soy un buen amante de esos oficios pero un mal marido. No soy un impostor porque todo lo hago de verdad, pero me gusta beber de todas las aguas». Ahora, el riojano Alfredo Tobía (Logroño, 1976) vuelve a casa como autor de 'Chufla'.

-¿Cómo surgió la idea?

-Siempre he tenido pasión por esos dos mundos del clown y del flamenco. La idea de unirlos surgió al descubrir ese palo flamenco que es la chufla propiamente dicha, un estilo desenfadado y burlesco que ya hacían hace un siglo Gitano Faraón o Rayito de Madrid, antecesores de la burla y la 'burlería', que tenían una forma totalmente bufa de bailar.

«El payaso es un catalizador de emociones que ridiculiza la identidad social y cultural»

-No es entonces un invento nuevo ni forzado.

-Clown y flamenco son dos artes tragicómicas y se mezclan de forma muy natural. Un cantaor puede pasar de una seguiriya a una bulería del mismo modo que el payaso puede estar en un momento trágico y explotar en una carcajada. Es una simbiosis que mezcla el quejío con la carcajada, la alegría con la bulería, el tacón con el tropezón y el compás con el bofetón.

-Además de las referencias flamencas, hay algunos clowns que han parodiado el cante jondo.

-Hay números clásicos de payasos como Charlie Rivel, los hermanos Fratellini, los Calatrava o el mismo Pepe Viyuela que parodian las artes flamencas desde la risa. El payaso es un catalizador de emociones y tiene la obligación de ridiculizar la identidad social y cultural para ser espejo de nosotros mismos.

-¿Pero este espectáculo es pionero en el género?

-Es singular, aunque en los años cuarenta y cincuenta era habitual ver a folclóricas como Lola Flores compartiendo cartel con el payaso Ramper. Son dos artes de carromato y siempre han ido de la mano.

-¿'Chufla' está pensado para los artistas que lo representan?

-Lo escribí pensando en ellos. Todo empezó con Tomasito, al que conocí por una función golfa que se hacía en el 94 en el Teatro Alfil con Joan Montanyès, que fue director del Circo Price. Tomasito es el heredero de la chufla. Es un disparate, siempre bromeando y jugando.

-La chufla como manera de vivir.

-Tomarse la vida a chufla es algo muy flamenco y muy de payaso y Tomasito reúne esa guasa vital. Es una especie de mimo breaker flamenco y en el espectáculo hace de todo, de Chaplin a peleas de gallos.

-¿Y el resto?

-Manuel Tallafé es un gaditano que lleva el carnaval en su ADN y aquí hace de gitana y de Charlie Rivel. Fernando Soto es cantaor y hace de payaso 'carablanca'. Y Oriol Boixader es payaso cien por cien y es nuestro 'contraugusto'.

-¿Cómo fue en el Price?

-Genial, con la gente en pie. Yo creo que es un espectáculo sanador.

-¿Es un espectáculo más del sur?

-No, la máscara y la música son universales. La máscara desnuda el alma y dice la verdad.

-¿Y qué sensación da abrir en el Bretón el Festival de Logroño?

-¡Quién me lo iba a decir a mí, llegar hasta aquí! Si yo he crecido frente a ese teatro y esta función es como mostrarme a mí mismo.

-¿Qué expone en ella?

-Algo tan viejo como nuestra capacidad para reír o no reír. Y tomarnos la vida a chufla, que la vida es un carnaval con tragedia. Esto va del payaso que tiene que hacer reír aunque tenga el alma rota.

-¿Un autorretrato?

-¿Acaso no nos pasa a todos? Yo soy muy funambulista de las emociones. La vida es así pero yo creo que hay que apostar por la risa.

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