«La música es una forma de escapar de fórmulas preestablecidas»

«La música es una forma de escapar de fórmulas preestablecidas, de encontrar nuevos marcos, diferentes pensamientos y eso es lo que hace de la música una experiencia tan universal», afirma.

Por eso, señala que sus composiciones no entienden de fronteras. «Puedo ir con mi música a visitar países de Europa, a México, Rusia, etcétera», apunta.

Hoy llega a Logroño, donde actúa en el Teatro Bretón a partir de las 20.30 horas. Se trata de un escenario que conoce y del que guarda buenos recuerdos. «Vuelvo con mi gran espectáculo con violín, chelo y piano», indica respecto de «una oportunidad para estar de nuevo en Logroño, frente al público y dejar que la música atrape a la audiencia».

El recital que ofrecerá en la capital riojana lo plantea como un viaje a través de los sonidos de piezas de los 80 y 90. «En la música resulta importante que la gente reconozca las composiciones y que cada vez que escuche una melodía, fije su propia experiencia en la imaginación para que la próxima vez que la oiga, la experiencia resulte más completa», considera. Wim Mertens estudió inicialmente en el Conservatorio de Bruselas y se graduó en Política y Ciencias Sociales en K.U. Lovaina y en Musicología en la R.U. Gent.

«Cuando tenía entre 8 y 18 años estudié música durante diez años y a los 18 necesitaba acceder a otra información, a otro conocimiento, y los estudios de Ciencias Políticas fueron realmente lo que me interesaba en ese momento», admite ya que ««nunca quise tener una técnica perfecta, pero sí más información sobre los cambios sociales y políticos que han afectado a la música en sus diferentes épocas».

«Luego estudié Musicología, porque a largo plazo estaba interesado en la historia de la música y sobre la evolución de la música», comenta respecto de su ecléctica formación.

«La segunda parte de mis estudios musicales técnicos se produjo dos años después en el Conservatorio de Gantes para acceder a una mejor información sobre la forma de componer», abunda.

El belga constituye un artista de talla internacional que ha ofrecido innumerables conciertos, tanto en piano solo como con su banda por toda Europa, en el norte y centro de América, Japón, Tailandia y Rusia.

Desde 1980, este autor ha compuesto piezas en diferentes formatos, desde canciones cortas y accesibles, hasta lieder e, incluso, complejos ciclos de tres y cuatro partes y para diferentes configuraciones: desde solo piano hasta conjuntos de música de cámara y orquesta sinfónica. Con frecuencia escribe para instrumentaciones inusuales: doce piccolos, diez trombones bajos y trece clarinetes.

«He tenido muchas oportunidades en España de trabajar con orquestas sinfónicas. En las composiciones realizadas en los años 80 y 90, que el próximo año cumplirán 40 años, mi música no depende de único sonido o de un único instrumento. Y eso es algo muy nuevo en la tradición de la música moderna y en la clásica», explica.

Prefiere esta dinámica porque «no quiero depender de un único instrumento». «Por eso yo compongo de forma horizontal. La información melódica va en una línea horizontal y mis composiciones en general no están hechas de una forma vertical. Y por eso yo las puedo adaptar fácilmente a diferentes servicios», argumenta.

Discografía

Desde su debut discográfico en 1980, con la composición electrónica para máquinas de 'pinball' titulada 'For amusement only', Mertens ha lanzado más de 65 álbumes.

Cabe destacar que Mertens ha emprendido las aventuras más variopintas, al realizar piezas para cine, teatro, danza e, incluso, para un desfile de Dior. «Tengo una actitud libre», corrobora.

De su prolífica carrera sobresalen los emblemáticos discos 'Vergessen' y 'Struggle for pleasure' (1982), incluida 'Close cover' que continúa siendo uno de sus clásicos. También es autor de 'American minimal music' (1980), el primer libro que analiza en profundidad la repetitiva música estadounidense. Por si fuera poco en 1998 fue nombrado embajador cultural de Flandes.

Mertens escapa de convencionalismos y se declara una especie de alma libre de la música. «Lo que ves, es lo que escuchas», dice.

«A mí me gusta alterar todos esos parámetros para desarrollar un camino propio donde haya sorpresas», repite. Las mismas que esta tarde saldrán al escenario del Teatro Bretón. Porque, en definitiva, lo único que le interesa es que «el público entre en la música y participe de ella».