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Cambio de mano a la velocidad del caracol de Urdiales ayer al primero de su lote en Palencia. :: a. viard
Maestría total en Palencia

Maestría total en Palencia

El diestro de Lorca sufrió una dura cornada de dos trayectorias, una de 22 centímetros, en la cara interior del muslo derechoGran tarde de Diego Urdiales en una corrida marcada por la cogida de Paco Ureña

PABLO GARCÍA MANCHA

Sábado, 31 de agosto 2019, 23:40

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PALENCIA. Vive Diego Urdiales un momento tan descomunal como torero que es difícil explicar (en el caso de que no se haya visto la corrida en vivo), cómo es capaz de torear con tal temple y delicadeza como hizo ayer en los Campos Góticos a dos toros 'semovientes' y sin el más mínimo atisbo de fuerza ni clase en su interior. Los antiguos cronistas describían aquellas improbables faenas como verdaderos prodigios, como puros inventos del torero. Y en ésas anduvo el riojano ayer con sus dos astados de Bañuelos, el que abrió plaza y el segundo de su lote, tan feble el primero como este último, con tan poco fondo y con las fuerzas tan medidas que el mínimo desajuste o tirón podía dar con sus huesos por el suelo.

Y es curioso, la corrida acabó viviéndose con angustia porque el segundo de la tarde, 'Espabilado', le propinó una cornada dura a Paco Ureña mediada la faena. El diestro lorquino estaba tan confiado que en un descuido absurdo, el toro se lo echó a los lomos y le lanzó un certero derrote en la parte superior del muslo derecho. El torero se dio cuenta de inmediato de que lo había cazado y las asistencias se lo llevaron a toda velocidad a la enfermería. Sangraba y mucho, aunque al llegar al quirófano la hemorragia era menos copiosa, lo que tranquilizó un ambiente que se puso terriblemente espeso porque nadie se lo esperaba.

Urdiales finiquitó el toro de un espadazo en todo lo alto. Ayer el riojano despenó a tres toros con sendas estocadas hasta la bola. Le habían pedido una oreja en el primero pero el presidente hizo oídos sordos. Ya no pudo repetir la tropelía con el cuarto. Diego lo había toreado con majeza. Maravillosos embroques, la guapeza del toreo a media altura, las muñecas sobradas de temple... Y siempre gustándose.

Comenzó la faena con extrema suavidad, ayudando, enseñando al toro a embestir, para que tomara confianza cuanto antes. Dos series en redondo con un tercer muletazo en cada tanda soberbio de temple, con los vuelos acariciando la arena. Y los pases de pecho, girando la cintura sin la más mínima estridencia.

El toro tenía el depósito más seco que un Martini y aún así fue capaz de templarlo al natural en otros dos colecciones de lances por la izquierda. Lástima que el toro tuviera tan poco fuelle porque dio verdadera rabia que el riojano no pudiera estirar más la faena. Gran estocada y oreja de peso, que a estas alturas de la carrera de Urdiales no tiene mayor valor que una nota a pie de página en las estadísticas. El toreo no se puede medir por premios peludos y en el caso de Diego Urdiales y toreros de su exquisito corte, mucho menos.

Toñete naufragó toda la tarde. Cortó una oreja (importante para él) en el quinto, el mejor toro de la corrida, tras una faena irrelevante. Lo peor de la tarde fue el duro 'tabacazo' que se llevó Ureña, un auténtico torero, un torerazo. ¡Ojalá llegue a San Mateo!

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