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Un grupo de madrileños celebra en Madrid la instauración de la II República. EFE
Paco Cerdà narra con técnica caleidoscópica la proclamación de la II República

Paco Cerdà narra con técnica caleidoscópica la proclamación de la II República

El escritor y periodista recrea los hechos menudos del 14 de abril de 1931, un día que tuvo un contrapunto de tragedia shakespeariana

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Viernes, 21 de octubre 2022, 13:54

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El 14 de abril del 1931, el día en que se proclamó la II República, fue una fiesta que tuvo un contrapunto de tragedia shakespeariana. Hubo celebraciones populares en la calle y cantos de 'La Marsellesa', pero debajo de esa alegría corría soterrado un río de tensión.

En Granada, la multitud envuelve la estatua de heroína popular Mariana Pineda con la bandera tricolor. Ese mismo día un jovencísimo Santiago Carrillo piensa que por fin se acabará el gobierno de curas, militares y aristócratas. Alfonso XIII proclama que la República va a ser una «tormenta que pasará rápidamente». Los presos, políticos y comunes, son liberados en la cárcel Modelo de Barcelona. Y ese mismo día muere de un balazo de la Guardia Civil un encuadernador en paro, Emilio Arauzo Honorio. Sale del teatro y le sorprende la marea humana. Advierte a su cuñado de que no se meta en líos, que no siga a la muchedumbre que ondea la bandera republicana. No lo deja solo, y Emilio agoniza de una bala obstinada y errática. Entrada por la espalda y salida por el vientre. Fue la última víctima de la monarquía.

El escritor y periodista Paco Cerdà reconstruye en '14 de abril' (Libros del Asteroide) los acontecimientos de ese día histórico, y lo hace con una mirada compasiva hacia esas vidas rotas, muchas veces anónimas. Cerdà, autor de un espléndido libro de reportajes sobre la despoblación, 'Los últimos. Voces de la Laponia española', ha dedicado dos años y medio para escribir '14 de abril', una documentadísima crónica que se desarrolla en muchos escenarios y que rescata a los olvidados de la Historia.

 

«Alfonso XIII no era consciente de la brecha de desigualdades que se había larvado en el país durante los últimos 25 años»

 

«Muertes como las de Emilio simbolizan el fin de la monarquía y el fin de una España agonizante de caciquismo, corrupción y desigualdades. Preludian también ese odio emponzoñado que dominará la España de los años 30», asegura Cerdà, que para recrear esa fecha se ha leído todos los periódicos de la hemeroteca, desde 'El Heraldo de Madrid' al 'El telegrama del Rif', amén de vídeos, documentales, tesis doctorales, sentencias judiciales, boletines militares y hasta partes de defunción, entre otros documentos.

Mosaico de personajes

Paco Cerdà obtuvo el II Premio de No Ficción Libros del Asteroide con esta narración, tributaria de la intrahistoria unamuniana, al indagar en las vicisitudes y expectativas de un mosaico de personajes.

El libro se ciñe exclusivamente a los hechos ocurridos el 14 de abril, «cuando se montó una República en un día», sin explicar los acontecimientos que vendrían después. El autor se apiada de la reina Victoria Eugenia, 'Ena', como llamaban a la reina sus allegados, sola en el Palacio Real, con su marido huido; su hijo Alfonso, hemofílico, postrado en cama, mientras las masas claman en la calle pidiendo su abdicación. «El recuerdo de Ekaterimburgo, de la ejecución de sus familiares después de la Revolución de 1917 en Rusia, era permanente».

El socialista Indalecio Prieto proclama la República desde el balcón del Ayuntamiento de Eibar.
El socialista Indalecio Prieto proclama la República desde el balcón del Ayuntamiento de Eibar. R. C.

Alfonso XIII, como otros de sus antecesores, tomó el camino del exilio y ahorró al país un derramamiento inútil de sangre . «Pero no era consciente de la brecha de desigualdades que se había larvado en el país durante los últimos 25 años».

Los comunistas recibieron con una mezcla de escepticismo y recelo la proclamación de la II Republica. El PCE, que entonces apenas contaba con mil afiliados, abominaba de la monarquía, pero aborrecía también una república burguesa. El partido apostaba por un gobierno de obreros y campesinos. Esa desconfianza también era compartida por los anarquistas, a los que les preocupaba por encima de todo que se resolviera la «cuestión social». «Unos cuantos comunistas subidos a una camioneta merodearon por la Puerta del Sol y gritaron: 'Todo el poder para los sóviets', una expresión que la gente no sabía lo que significaba. No había dos Españas, había más».

Estaba la España de los monárquicos que dejaron tirado al rey Alfonso XIII. La de unos republicanos audaces que tomaron el poder «saltándose la legalidad, como en todas las revoluciones». La de los anarquistas, alérgicos a esa idea de república naciente. La de los comunistas, con representación anecdótica entonces. La de los catalanes independentistas…

Manifiesto de despedida

El autor considera que el manifiesto de despedida del rey «estaba muy medido y calculado». Para Cerdà, es un texto cálido, ajeno a la prosa burocrática. El monarca depuesto no renunciaba a sus «regias prerrogativas» y reconocía errores, pero se escudaba en el hecho de que no hubo «malicia» en sus yerros. «En el lenguaje audiovisual se diría que tuvo un fallo de raccord. Pensaba que volvería, y jamás lo hizo».

 

«A Franco le ordenaron que izara la bandera republicana, cosa que no hizo escudándose en que no se le había comunicado por escrito»

 

Y a todo esto, ¿qué hizo Franco? El entonces director de la Academia General Militar de Zaragoza reunió a profesores, cadetes y personal de tropa y expresó su intención de asumir el nuevo régimen. No tenía otro remedio a la vista de que Sanjurjo había puesto a la Guardia Civil al servicio de la República y el ministro de la Guerra había aceptado la derrota de las candidaturas monárquicas. Sin soflamas, Franco dio los vivas reglamentarios para terminar su alocución. «No dijo 'Viva la República'. Para no comprometerse gritó 'Viva el Ejército'. Le ordenaron que izara la bandera republicana, cosa que no hizo porque se acogió a una triquiñuela administrativa de que nadie se lo había comunicado por escrito».

Ese 14 de abril la actriz Margarita Xirgu, traje de terciopelo negro y cabello ondulado con tenacillas, salió a escena en el teatro Muñoz Seca de Madrid para interpretar una obra de Jacinto Benavente. Una Margarita Xirgu, temerosa de que se reprodujera en España la violencia bolchevique, venció el miedo y se acercó a la Puerta del Sol para ver las caras de la gente. Es martes. El domingo, en las iglesias, la lectura de la Biblia encogerá el ánimo. «Era la segunda semana de Pascua y se leyó el Libro del Apocalipsis».

Paco Cerdà ha escrito este libro después del éxito de 'El peón' (Pepitas de calabaza), que narra el duelo ajedrecístico entre Arturo Pomar y Bobby Ficher. El primero es peón de la propaganda franquista; el segundo, de EE UU y de la Guerra Fría. 'El peón' ha gustado mucho en Francia y será llevado al cine animado por el director italiano Lorenzo Degl'Innocenti, autor de 'Buñuel en el laberinto de las tortugas', y el español Xosé Zapata.

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