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María Torrijo comprueba la dirección del viento con un compás de marcaciones en aguas de Mahón. :: Nico Martínez52 Super Series /
La jueza del mar

La jueza del mar

María Torrijo va a ser la primera mujer Oficial Principal de Regatas en 168 años de historia de la Copa América. Ha estado en dos Juegos y repetirá en Tokio 2020

FERNANDO MIÑANA

Miércoles, 7 de agosto 2019, 23:51

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Ella solo se dejó llevar por su hermano mayor. De su mano, hasta el Real Club de Regatas de Alicante, donde comenzó a jugar a bordo de un 'optimist'. Subida al barquito, se familiarizó con el viento, el batir de las olas, las corrientes... A María Torrijo le encantó la afición de su hermano y decidió seguir. Con la adolescencia llegaron las regatas, la adrenalina, los títulos de campeona de España, de comparsa en un par de Mundiales... Y la carrera de Química, cinco años empollando sin ton ni son porque, en cuanto arrambló con el título, arrinconó las probetas y desplegó la mayor.

Durante la carrera, para sacarse un dinerito, aprovechaba los fines de semana para trabajar como árbitro en algunas regatas locales. Su novio, Pablo Arandia, un regatista mayúsculo, un pionero de los 'foils' -un apéndice del barco que, a partir de una velocidad, permite elevarlo por encima del agua-, el primero en toda España en timonear un Moth, la observó y le dijo: «Deberías seguir, entiendes muy bien el juego, lo haces muy bien».

María, en esa edad en la que la palabra de un novio tiene la fuerza de las tablas de Moisés, le hizo caso y, poco a poco, fue subiendo peldaños al sacarse los títulos de árbitro, juez y oficial de regata internacional. Un día se despertó y ya era la única persona en España con esa categoría. Una de las pocas mujeres en el mundo con esa capacitación.

«El Rey emérito vino a buscarme personalmente para halagar mi trabajo. Fue emocionante» «Cuando un regatista te critica, tienes que pensar por qué es»

Entre esas, en la otra punta del planeta, el barco de un país sin mar, el 'Alinghi' suizo, conquistaba la Copa América en Nueva Zelanda y decidía, seducido por una buena cantidad de dinero, que la siguiente sede iba a ser Valencia. Aquello fue un trampolín impagable para la náutica de la región. Llovieron mil oportunidades de hacer negocio, de trabajar. María se mudó a Valencia después de que la contratara como árbitro el 'Desafío Español' de Iñaki Zulueta. «Salían al agua todos los días con sus dos barcos y el formato de entrenamiento era como una regata real; yo les arbitraba en el mar. Esa época fue espectacular. Durante dos años vivía en mi casa y salía al mar cada día».

María Torrijo fue haciéndose un nombre. La Copa América con el sindicato español, sus primeros circuitos de vela y, en 2008, los Juegos Olímpicos de Pekín, donde fue seleccionada como oficial para las regatas olímpicas en la sede de Qingdao. Repitió cuatro años después en Weymouth para los Juegos de Londres. Y fue elegida nuevamente para los de Río, en 2016.

Su marido, Pablo Arandia, que llevaba un año haciéndole frente a un cáncer, murió el 21 de julio de 2016, unos días antes de los Juegos, y María dejó vacante su plaza. Aquello fue un golpe estremecedor. El regatista solo tenía 41 años y acababan de ser padres de una niña, Iris. María no tuvo elección. Su hija merecía una cara alegre, como la máscara de un cómico, y mirar al frente. «Yo seguí trabajando igual y al tener una niña tan pequeña tuve que hacer mucho esfuerzo para parecer feliz a los ojos de mi hija. Ella me necesitaba. Yo mantuve el tipo muy bien, pero creo que eso que dicen que el duelo dura dos años es mentira, se queda corto. Por mi hija tiré, pero ahora se me está haciendo muy duro. Al final todo acaba saliendo...».

María no balbucea. Se mantiene firme mientras cuenta su historia ante un vaso de horchata en el Mercado de Colón, la joya del modernismo en el corazón de Valencia. Cuando gesticula, descubre en la cara interna del antebrazo un pequeño tatuaje, una rareza en una piel aparentemente inmaculada. Da tiempo a ver una Luna, una estrella, unos planetas... Es el recuerdo con el que manchó su epidermis el día que decidió quitarse el anillo de casada. «A mi marido le gustaba todo lo relacionado con el espacio. Teníamos un telescopio y nos encantaba contemplar juntos la Luna, Saturno, las estrellas... Y eso son los dibujos que tengo».

Una cuota injusta

En unos días retomará su carrera olímpica. Este mismo mes viajará hasta Tokio para dirigir una regata preolímpica. De allí se irá directa a Puerto Portals, en la bahía de Palma, para ser la oficial de regatas del Mundial de los TP52. María Torrijos ha estado en lo más selecto de la vela, pero le faltaba una experiencia, la Copa América, la legendaria competición náutica que en 2021 cumplirá 170 años de historia. La alicantina ha sido elegida para formar el comité de regatas de la Prada Cup, la competición que enfrenta a los desafíos y de la que saldrá el barco que luchará por la Copa América contra el defensor de la Jarra de las Cien Guineas, el 'New Zealand'.

Su elección es un hito. María Torrijo se convertirá en la primera mujer Oficial Principal de Regatas de la Copa América en 168 años. Su estreno se producirá en abril del año que viene en Cagliari. A ella le encanta ser la primera mujer, pero más aún le gusta tener la categoría para alcanzar ese estatus. «Yo, que no soy feminista ni machista, veo que ahora se está haciendo un esfuerzo, en los Juegos Olímpicos, por ejemplo, para que haya más mujeres, aunque no tengan tanta calidad, y eso me parece injusto», se lamenta.

La jueza del mar acaba de llegar de Cascais, en Portugal, de la tercera etapa de las 52 Super Series, el circuito más importante del mundo. Su función es decidir cuándo se compite y dónde exactamente. «Estudio los partes meteorológicos, la zona, si hay mareas... y soy la que decide qué hora es buena para hacer las regatas y dónde situar el campo de regatas. Cascais, por ejemplo, es un sitio muy difícil porque a medida que te alejas de la costa y te acercas al cabo hay muchísimo viento, y más cerca de la orilla, menos. Pero, claro, hay que decidir dónde es más justo porque unos prefieren más viento y otros, menos».

María cree que, en su puesto, la mejor virtud es la autocrítica. «Lo más importante es darse cuenta cuando cometes un error y aprender de él. Tengo muy claro que cuando un regatista profesional te critica, tienes que pensar por qué es. Y no es fácil ese ejercicio porque, además, los medios que tienen los regatistas son mucho mejores que los míos». Torrijo se refiere a que ella cuenta con muy pocas herramientas: un compás de marcación para ver de qué dirección viene el viento, unos anemómetros y un GPS para que el campo de regatas tenga las distancias exigidas. «Lo único que tengo que no tienen los equipos es un grupo de personas que se mueven con motos de agua dándome información del viento».

Pasa muchas horas en el mar. Por eso, cuando vuelve a casa, detesta ponerse a tomar el sol. Pero Iris tiene la última palabra. Y, ahora en verano, muchos días son de playa o piscina. La niña tiene cuatro años y muchas veces le toca quedarse con los abuelos. Otras veces, como este año en el lago de Garda, María se la lleva con ella. Así aprende a ser más extrovertida y un inglés con mil acentos diferentes. En 2021 le tocará conocer a fondo el neozelandés, pues se irá con su madre tres o cuatro meses.

Después de tantos años en la vela, María ha tenido la oportunidad de conocer a mucha gente. Ahora le da risa recordar la emoción que le produjo en 2007, durante la Copa América de Valencia, conocer al timonel del Alinghi, Ed Baird. «Ahora me manda mensajes de vez en cuando y me felicita por mis cumpleaños. Y era mi ídolo».

Su larga trayectoria le permitió conocer también al Rey emérito. Su recuerdo es muy grato. «He estado de comité con los dos reyes, pero traté más a don Juan Carlos. Él hizo la Med Cup, uno de los primeros circuitos en los que estuve, con el 'Bribón' TP52. Vino personalmente a buscarme para halagar mi trabajo. Eso fue realmente emocionante; lo recuerdo con mucha ilusión. Ojo, y es un regatista buenísimo. En la Med Cup eran todos profesionales y él llevaba el timón del barco, no era solo para la foto». Ella no lo dice, pero también forma parte de la élite mundial. Atrás quedan ya las regatas de pueblo y el trato discriminatorio. «Aunque no sé si tanto por ser mujer como por ser joven. Pero eso ya es el pasado...».

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