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LA ESPERANZA

«El corazón humano es esperanza, esperanza de amor, de amor eterno. Y no sino el amor es la respuesta a todas nuestras ansias, nuestros anhelos todos»

IGLESIA

Sábado, 23 de diciembre 2017, 23:15

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El corazón humano es esperanza. Late para ir cumpliendo expectativas, necesidades diarias, sueños anticipados. Conscientemente a veces, otras sin percatarse abiertamente, el ser humano vive cada momento confiando en que la vida corresponda a sus anhelos íntimos.

Así el niño en sus juegos creadores, así el adolescente en sus ensueños, así el joven a la luz del horizonte que se abre a su mirada, el adulto en su oficio y su familia que sacar adelante, el anciano evocando la hermosura de sus mejores tiempos.

El corazón humano es esperanza. Y confía en sí mismo y en los otros. Y en que amanecerá cada mañana. Y en lo imparable y bueno del progreso. Y en que la historia irá tomando nota de los yerros habidos y afinará su marcha, y acabará ofreciendo gozos, paces y bondad para todos.

Pero no es un iluso, no espera que las cosas salgan solas. Sabe sembrar a tiempo y a destiempo. Y sembrarse en su obrar, de forma que lo humano impregne las labores y dé el fruto mejor, el más sabroso, entrañable y solidario.

Cierto es que la esperanza deja de serlo cuando se ha recogido lo anhelado, cuando ya se ha cobrado lo pedido. Y entonces surgen nuevas esperanzas, deseos nuevos que cumplir, nuevos propósitos en busca de otras tierras y otros cielos. Es un viaje que no termina nunca, que nunca tiene fin, porque no alcanza nunca la meta deseada. Y es que lo que en realidad el ser humano intenta es la dicha total más acabada: ser feliz por completo.

Tan es así, que hay quien prefiere no acabar nunca de lograr lo soñado, por no decepcionarse. Cervantes lo expresaba muy bien cuando, echando mano de nuestro refranero, decía: «Más vale buena esperanza que ruin posesión». Y es que la esperanza tiñe siempre de color favorable y bondadoso aquello que se espera, frente a la posesión que siempre acaba sabiéndonos a poco.

Y si lo que se añora es vanagloria, presunción, mezquindad, puro egoísmo, (fama, poder, dinero), los resultados suelen ser catastróficos. Bien lo entendió y nos lo dio a entender Andrés Fernández de Andrada: «Fabio, las esperanzas cortesanas/ prisiones son do el ambicioso muere/ y donde al más activo nacen canas».

La esperanza mejor, la más auténtica, es hija del amor y uno la quiere para sí y para todos. Si empieza deseándola para sí y los más suyos, acaba comprendiendo que los suyos son todos. Que solo en comunión somos felices, solo viviendo en paz y en armonía, solo fortaleciendo la justicia en una relación ancha y fraterna, generosa y fundante.

Antonio Machado supo ver y expresar en el verde brotecillo del olmo seco un signo de esperanza, tal vez de la esperanza definitiva: «...Antes que el río hasta la mar te empuje/ por valles y barrancas, /olmo, quiero anotar en mi cartera/ la gracia de tu rama verdecida. / Mi corazón espera/ también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera».

¿Quién o qué puede llenar la auténtica esperanza, la madre de todas las esperanzas que nos nacen? Hay tantos que se ofrecen a cubrirlas y tan pocos que puedan cumplir lo que prometen... ¿Quién no ha sentido en carne propia la frustración de alguno de sus sueños? ¿Quién, al contrario, no ha atisbado nunca lo que en verdad le reconforta y place?

Qué afirmación certera aquella del Cantar de los Cantares: «El amor es más fuerte que la muerte... Los océanos no podrían apagar el amor ni los ríos anegarlo» (Cantar 8, 6-7). El amor es así: dando recibe, quedándose sin nada va ganándolo todo, muriendo por dar vida resucita para no morir más y vivir siempre.

El corazón humano es esperanza, esperanza de amor, de amor eterno. Y no sino el amor es la respuesta a todas nuestras ansias, nuestros anhelos todos.

¡Qué sabia la ciudad de Logroño, eligiendo y erigiendo como Patrona suya a la Virgen de la Esperanza! ¿Quién como ella, para garantizarnos en su Hijo - Príncipe de la Paz y Siervo de los siervos - la esperanza cumplida, la Vida de las vidas, el Amor que consuma la salvación de todo ser humano, la plenitud de todas y cada una de sus aspiraciones?

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