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A.J.J.
«La Duquesa de la Victoria fue clave en la carrera de Espartero»

«La Duquesa de la Victoria fue clave en la carrera de Espartero»

María Jacinta Martínez de Sicilia sabía hablar inglés y recibía a diario la prensa británica en su casa-palacio de Logroño

M.I.

LOGROÑO.

Jueves, 1 de enero 1970

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Una de las novedades que aporta Adrian Shubert en su ensayo 'Espartero, el Pacificador' radica en la figura de la Duquesa de la Victoria, María Jacinta Martínez de Sicilia y Santa Cruz. Cuando ambos contrajeron matrimonio, el 11 de septiembre de 1827 en la colegiata de Santa María la Redonda de Logroño, la novia apenas tenía 16 años, mientras que Baldomero había cumplido ya los 34.

-En Logroño, la Duquesa de la Victoria está vinculada, principalmente, a una calle céntrica. ¿Cómo era realmente la esposa de Espartero?

-Era una mujer fascinante. Me hubiera gustado escribir más sobre ella, pero la escasez de fuentes no me lo permitía. De su juventud no se conocen demasiadas cosas, ni siquiera la educación que recibió, aunque debió ser muy buena para la época. En la documentación de Baldomero hallé una veintena de cartas, no para Espartero sino dirigidas a Cipriano Montesino, que se casó con su sobrina Eladia. Esas cartas demuestran que Jacinta estaba muy al día del acontecer de la sociedad, una mujer con opiniones propias sobre la política y los políticos. La Duquesa sabía hablar inglés e, incluso, recibía la prensa inglesa en su casa-palacio de Logroño.

Baldomero EsparteroJacinta Mtnez. de Sicilia

-Aún siendo mucho más joven que su esposo, María Jacinta tuvo una influencia extraordinaria en Espartero, ¿no?

-Ahora sabemos que durante la I Guerra Carlista, Jacinta fue dama de la reina gobernadora María Cristina, estuvo en la Corte y allí jugó un papel muy importante en la carrera militar y política de su marido. Ella ejercía como intermediaria con Espartero, que estaba combatiendo en el Frente del Norte, en Aragón, Cataluña o Valencia. De aquella época hay 600 cartas escritas por Baldomero y, aunque por desgracia las respuestas de Jacinta no están, es como escuchar una conversación de teléfono: puedes adivinar un poco lo que dice la persona a la que no estás escuchando. En esa correspondencia, Espartero le pedía a su esposa que hablara con diferentes ministros o, incluso, con la reina; que revisara los artículos que el mando isabelino iba a publicar en la prensa. A mediados del siglo XIX, una mujer no podía aspirar a jugar un papel tan determinante en la vida pública como lo jugó la Duquesa de la Victoria.

«Jacinta no se mordía la lengua»

-¡Y ella lo consiguió!

-¡Sí, sí! Además, no se mordía la lengua. En sus cartas, si alguien le caía mal, como era el caso de Prim, lo escribía abiertamente. Tampoco Salustiano Olózaga le caía demasiado bien. Incluso solía intercalar expresiones en inglés para imprimir más fuerza a sus críticas. Era todo un carácter.

-Incluso el escritor Washington Irving llegó a escribir sobre ella.

-Irving era embajador de Estados Unidos en España durante la regencia de Espartero y conocía muy bien tanto los entresijos como a las personas que frecuentaban la Corte. Por los adjetivos calificativos que utiliza en sus cartas diplomáticas para definir a Jacinta, no sería descabellado pensar que estaba enamorado de ella.

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